SOCIEDAD › DICE EL PADRE TOCHO, DE LA PARROQUIA DE DOCK SUD

“El problema no es del chico”

El domingo persiguió a un chico de 13 años que acababa de robar frente a su parroquia. Lo corrió y lo llevó a la comisaría. Pero responsabiliza a los adultos, a las instituciones y a la Iglesia.

 Por Carlos Rodríguez

El cura párroco de Dock Sud, Jorge Alberto Debenedetti, a quien todos llaman “el padre Tocho”, está sorprendido por su minuto de fama. La prensa lo entrevistó durante todo el día de ayer por una corrida suya, de dos cuadras y media, que terminó con la detención de un chico de 13 años que había hurtado un monedero vacío y varios regalos por el Día del Padre que estaban en dos autos. “El problema no es el chico. El problema son las instituciones, los políticos, la Iglesia, la familia, las escuelas. Los adultos somos los que no hacemos nada por estos chicos. Y si seguimos sin hacer nada, en un año o en un tiempo más, este mismo chico aparece asesinado, tirado en el campo, y nadie se hace cargo de esa muerte.” El sacerdote confiesa que al principio se arrepintió de haberlo hecho detener por la policía. “Pero tampoco puedo hacerme el distraído –reflexiona–. Creo que el chico ya está en libertad, y me alegro de que eso haya ocurrido, pero lo que tenemos que hacer ahora es hacernos cargo de él. Los curas, la escuela, los asistentes sociales, los psicólogos. No podemos dejar que siga así, sin que nadie le preste atención.”

Tocho está desde hace tres años en la parroquia Santa Catalina de Siena, sobre la calle Debenedetti al 2500 (“me busco iglesias que estén en calles que lleven mi apellido”, bromea), en el corazón del doque. “El barrio tiene mala fama, pero acá no pasa nada que no ocurra en cualquier otro lado. Si venís cualquier día de estos, a las 5 de la mañana, a la parada de colectivos de la esquina la vas a ver llena de gente que va a trabajar. Gente que está largo tiempo esperando el ómnibus, porque a veces no les paran y siguen de largo. La prensa exagera, como exageraron con lo que hice yo. Si acá hay ladrones, que los hay, se van a robar a otro lugar.”

El episodio del que se ocuparon los medios ocurrió el domingo, a mediodía, cuando dos chicos se robaron varios regalos y un monedero, sin dinero, que estaban en dos autos estacionados frente a la iglesia. Recién había finalizado la misa y cuando Tocho escuchó los gritos de los damnificados, salió corriendo detrás de los autores del robo. Logró llegar a la casa de uno de ellos, de 13 años, y luego de hablar con la abuela del chico y con una tía, lo llevó a la comisaría. “En la seccional (la cuarta de Avellaneda) me dijeron que el mismo chico tenía 14 entradas, por otros tantos robos menores. Yo le pregunté al comisario por qué no hacían la denuncia ante la Justicia de menores, ante las instituciones, para que esos chicos puedan tener alguna contención, alguna salida que no sea la cárcel. Lo cierto es que ninguno de nosotros hacemos nada.”

“Tengo entendido que al chico ya lo soltaron y me parece bien. Lo que voy a hacer ahora es buscar una salida para él. La familia tiene que hacer algo para que deje de robar y también tienen que hacer algo la Justicia y la escuela. Lo que no funcionan son las instituciones y en vez de buscar una solución, de buscarles una contención, sólo les echamos la culpa a los chicos, cuando somos los adultos los que estamos defeccionando”, sostuvo el cura Debenedetti durante el diálogo que mantuvo ayer con Página/12. “Son muchas las cosas que se están haciendo mal. En mayo tuvimos cuatro o cinco robos de este tipo, protagonizados por chicos. Organizamos una reunión con vecinos y convocamos al comisario de la zona. Nunca vino a la reunión. Esa es la respuesta que les damos a los chicos. Lo único que hacemos es meterlos presos o matarlos, muchas veces sin que se sepa bien por qué los mataron y quién fue el que los mató. Esa no es la solución.”

Tocho, de 57 años, es un hombre de fuerte contextura, que está “en buen estado físico”, asegura con una sonrisa. Trata de minimizar el episodio del domingo y niega que haya actuado como “un justiciero”. Recuerda que cuando la abuela se lo entregó “el chico se puso a llorar y es lógico, porque es un pibe de 13 años que no está para estar preso y tampoco para robar”. Debenedetti insiste en que “lo importante es que las instituciones se hagan cargo de este chico para contenerlo, para darle educación, una vida digna. Tenemos que dejar de mirar para otro lado porque si seguimos haciéndonos los distraídos, a este chico, en un año, lo matan y todos vamos a tener algo de culpa”.

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El cura Debenedetti dice que, cuando se trata de chicos, los adultos no pueden mirar a otro lado.
 
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