Cuatro horas y algo más demandó la intervención quirúrgica por la que Nati y sus padres habían luchado durante más de tres años. El lunes pasado finalmente, en la clínica Eco Ber, de La Plata, el especialista César Fidalgo y su equipo lograron readecuar el sexo de la adolescente para que, definitivamente, su deseo dejara de ser una cuestión de nombres y apodos. Los padres de la adolescente cordobesa habían iniciado en 2004 una larga batalla ante los tribunales para obtener autorización judicial que permitiera la intervención quirúrgica del cambio de sexo. Después de negativas y rechazos, finalmente el caso llegó al máximo tribunal cordobés, que ordenó rever la causa y ordenó constituir un comité de bioética ad hoc. Desde abril hasta agosto, el comité investigó el caso y finalmente elevó un dictamen recomendando la intervención. El viernes, cumpliendo con el fallo judicial y con el deseo de Nati, el grupo familiar viajó en secreto a La Plata. Ahora, Nati se recupera en una sala de la clínica platense con todas las intenciones de dejar de ser un caso y abandonar tanta exposición.

Ni el fallo judicial ni la intervención quirúrgica tienen antecedentes en la materia. Sí fueron varias las sentencias que aprobaron una operación por cambio de sexo, pero se trató siempre de solicitudes encabezadas por adultos. Lo mismo ocurre con las intervenciones quirúrgicas realizadas por el mismo especialista, el urólogo César Fidalgo, quien ya operó cambios de sexo en una docena de veces, en situaciones semejantes, pero con pacientes no menores a los 30 años. Esta es la primera vez que se realiza un cambio de sexo con autorización judicial a solicitud de un menor, poniendo en juego la patria potestad de sus padres. En junio pasado, Nati cumplió 17 años.

En octubre de 2005, cuando ya llevaba un año la presentación ante la Justicia de Villa Dolores, el caso estalló en los medios. Para ese momento, Alicia y Javier, los padres de Nati, ya habían apelado el fallo del juez de Villa Dolores, Rodolfo Alvarez, quien rechazó el pedido argumentando que la potestad de los padres no era suficiente para autorizar lo que para la ley significaba una mutilación irreversible. Los padres, un médico y una docente de Villa Dolores, apelaron pero la causa fue rechazada por la Cámara porque, en la apelación, los padres habían agregado que, dado el caso de una negativa, al menos se autorizara un tratamiento hormonal hasta la mayoría de edad. Como el pedido del tratamiento no había sido realizado en la primera instancia, la Cámara se deshizo del problema con formalidades técnicas.

Fue el momento del estallido del caso en los medios a partir de una primera nota realizada por La Voz del Interior. “Yo siempre digo que mi cuerpo es un envase de Coca que adentro tiene Seven Up. Yo soy la Seven Up”, ejemplificó Nati, a principios de octubre de 2005, ante las cámaras de televisión porteñas. Gráficamente, el lunes pasado, Fidalgo cambió el envase por uno de Seven Up. “Llevamos doce cirugías desde el ’97”, explicó el profesional y agregó que a Nati la estaba “tratando desde que tenía 13 años. Es una chica que más que la edad legal es importante la edad madura que tiene, es una chica que estaba lista para la operación. Ahora –agregó– tiene lo que tiene que tener para ser una chica. De acá a unos seis meses pueden realizarse, a pedido de la paciente, cirugías que no son necesarias en lo funcional”.

Mientras se desarrollaba la intervención, junto a los padres de Nati, y luego junto a la adolescente, se encontraba Alejandra Portatadino, del área jurídica de la CHA y que a los 47 años se había sometido a una intervención de adecuación sexual porque, como Nati, sufría de disforia de género. Portatadino, que fue operada el año pasado, afirmó que los tres años que demoró la autorización judicial fueron pocos, en comparación con los diez años promedio que suelen tardar los jueces. Actualmente, la CHA patrocina quince amparos en la Justicia.