Jueves, 27 de diciembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › UN CUERPO ENTERRADO EN UN HOGAR DE BANFIELD
Descubrieron el cadáver aparentemente de una anciana, oculto bajo un árbol. Investigan un cadáver NN en el cementerio de Lomas. A las dos mujeres detenidas en septiembre se agregó un hombre.
“Vinieron con los perros a ver si encontraban cadáveres”, había dicho ante las cámaras, aquel día, 25 de octubre, una de las vecinas que oficiaron de testigos, frente a la puerta de la casona de Palacios 1830, de Banfield. Dos meses después, hallaron el primero, un cadáver en descomposición enterrado bajo un árbol y junto a una piscina, en el jardín del geriátrico trucho del horror verdadero. El hallazgo del cuerpo de Noemí Ester Molina, de 87 años, denunciada como desaparecida desde mayo pasado, seguramente modificará la calificación del delito por el que se encuentran detenidas Adriana González, de 50 años, y su hija Anahí Chaparro, de 25, quienes regenteaban el hogar: hasta ayer, estaban presas por privación ilegal de la libertad agravada. Ayer se les sumó un hombre, que vivía en la misma casa y que fue detenido durante el nuevo allanamiento. En el cementerio de Lomas de Zamora, en tanto, buscan determinar si un cadáver inhumado como NN pertenece a otro de los ancianos desaparecidos en vinculación con el mismo geriátrico: Serafín López Saavedra, de 98 años, cuyo paradero se desconocía desde el 4 de julio pasado, cuando salió a pasear por la avenida Corrientes porteña.
El cadáver fue hallado en estado de descomposición muy avanzado, debajo de un árbol y contra la pared de una piscina que se encuentra en la casa de dos plantas que funcionaba como geriátrico, sobre la calle Palacios 1830, de Banfield. La víctima fue descubierta durante una de las varias excavaciones realizadas por la Policía Científica de Lomas de Zamora y uniformados de la DDI de Banfield, por orden de la fiscal 14 de Lomas de Zamora, Lorena González.
María Cristina Galán, sobrina de Molina, confesó que “tenía la esperanza de que estuviera viva, pensé que a lo mejor se podía haber escapado del lugar, pero lamentablemente me confirmaron que encontraron sus restos. Se aprovecharon de gente mayor. Querían quedarse con su casa de Temperley pero como mi tía no tenía el documento no pudieron hacer la escritura”. Aunque la sobrina sostuvo que se trataba de su tía, los investigadores aseguraron que el cadáver se encontraba irreconocible, y que se envió a periciar a los forenses, aunque suponían que se trataba de una mujer.
El caso había sido conocido el 19 de septiembre pasado, cuando Adriana González fue detenida, in fraganti según la policía, cuando mediante engaños había llevado a una anciana a la que había dominado usando gas pimienta para robarle sus pertenencias. Antes, otra anciana había denunciado que fue llevada a Palacios 1830, donde le suministraron sedantes fuertes con el aparente propósito de hacerle firmar un poder sobre sus propiedades. La fiscal ordenó el allanamiento de la casona de la calle Palacios, en Banfield Este, que era alquilada por Adriana González, aparentemente a un hombre que se había radicado en La Pampa, y en la que vivía también Anahí Chaparro, hija de González, también detenida, y un hombre que permanecía prófugo y que ayer fue detenido.
“Nosotras entramos con guantes y barbijo –dijo una de las vecinas tomadas como testigo–. Había un metro y pico de basura, ropa tirada, comestibles, había un olor impresionante, para descomponerse, gaseosas con la mitad llena en bolsas, ropa de gente grande.”
Entre las pruebas con que ya contaba la fiscalía aparece un video de seguridad de un banco de la zona, en cuyo cajero automático se ve a una anciana retirando dinero y a su lado se ve a Adriana González, según informaron fuentes judiciales.
En aquel momento, la imputación fue de privación ilegal de la libertad agravada, con la posible finalidad de cobrar beneficios a nombre de las víctimas o gestionar la transferencia de propiedades.
Simultáneamente, la fiscal de instrucción 40 porteña, Estela Andrades, que llevaba la investigación por la desaparición de Serafín López Saavedra, de 98 años, pidió un nuevo allanamiento a la casona del horror tras la notificación de las detenciones. Allí dentro no hallaron a López Saavedra, pero citaron a Elba Ferreiro, sobrina del anciano, quien reconoció sus documentos, una corbata, zapatos, un reloj y las llaves de la casa del tío. En el geriátrico, en esa oportunidad, también encontraron enterrados anteojos, dentaduras postizas, una birome y una silla de ruedas.
Ayer, en un procedimiento paralelo al del hallazgo del cadáver de Chita Molina, funcionarios policiales y judiciales exhumaron un cuerpo catalogado como NN en el cementerio de Lomas de Zamora. La sospecha es que podría pertenecer a Serafín López Saavedra. Ferreiro había declarado que en el departamento de su tío faltaban ahorros y se notaba que habían entrado con la llave. “Se llevaron todo –dijo en esa oportunidad–, incluso fotos familiares. También apareció en la mesa un tetrabrik de vino que nunca hubiera tomado mi tío y una camisa que no era de él.”
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