Sábado, 16 de febrero de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › PORRETTI RESISTE LAS PRESIONES PARA SU ALEJAMIENTO
A los concejales que reclamaron al intendente una licencia por treinta días se sumó ayer parte de su gabinete. Pero el jefe comunal aseguró que no se irá. Su abogado negó que el video lo incrimine.
Por Alejandra Dandan
desde Pinamar
Pinamar se enciende. La ciudad hierve con las comidillas políticas dispersas en cada esquina. El escándalo de las coimas denunciado por los dueños de uno de los boliches bailables está a punto de quebrar en dos el corazón político del propio gobierno. Luego de varias horas de negociaciones, una parte del gabinete de Roberto Porretti salió a pedirle a través de una conferencia de prensa que tomara una licencia de 30 días. Porretti, en tanto, se resiste. Hizo dos enroques con los pocos incondicionales que le quedan y sigue atrincherado en casa del gobierno municipal. “Si me tomo una licencia –dicen que dijo–, no vuelvo.”
En las últimas horas, el jefe comunal de Pinamar no apareció en público. Al mediodía pasó por la intendencia, habló con los empleados para pedirles fidelidad y compromiso en medio de la tormenta; ellos lo aplaudieron, le dijeron que permanecerían ahí y él abandonó el lugar. En su puesto quedó su hijo, pegado a la puerta como alguien de seguridad.
“Si el intendente se toma la licencia, la Justicia puede pensar que se está incriminando, por eso no se va”, decían allí muy informalmente. “Además –seguían–, acá pasa otra cosa. Si deja el sillón de la casa de gobierno, la verdad es que no lo ve más.”
Desde hace días, el Concejo Deliberante local juega las veces de comisario político. Allí, entre los diez concejales, Porretti perdió todo consenso. Son ellos quienes en los últimos días vienen pidiendo en voz alta el alejamiento del intendente hasta que la justicia se pronuncie. Y uno de los principales impulsores del proyecto de salida es el presidente del Concejo, Rafael De Vito, un empresario de la construcción, tal vez el más importante del distrito que por primera vez está ubicado en un puesto legislativo.
Para frenar la embestida de los concejales, al mediodía apareció el abogado de Porretti, José Ochoa, de traje, bajo el rayo del sol, y dispuesto a responderles a los medios de prensa concentrados como torbellinos. Era una de las tantas llamadas a conferencias de prensa que se sucedían a lo largo del día. Porretti, dijo, no se va a tomar una licencia. Y aclaró además que no lo haría porque no había pruebas contra él en la Justicia.
“Hay un solo video en la causa”, repitió ayer una y otra vez. Ese único video, según dijo, dura “una hora”, contiene “diálogos que no son para nada claros”, que “fueron modificados”, son “ilegales” y fueron “editados”. Numerosas versiones que corrían ayer en Pinamar daban cuenta de otros supuestos videos en los que sí aparecería Porretti. “El que tenga otro video o escucha –cortó en seco el abogado– que vaya y los aporte en la causa.”
Casi a la misma hora, una parte del gabinete de Porretti convocaba –desde el edificio del Concejo Deliberante– a otra conferencia de prensa en la sede del Partido Justicialista, central Pinamar, a las cinco de la tarde. Hora y media más tarde de lo programado y luego de una acalorada discusión, unos doce integrantes del gabinete decidieron presentarse para romper el pacto de silencio. Frente al micrófono se sentó el jefe de Compras, Martín Cigarretta; a su lado, un asesor de la Dirección de Discapacidad, Raúl Coria; también estuvieron el subsecretario de Salud, el director de Relaciones Institucionales y la directora de Turismo, entre otros. De los cinco secretarios de gobierno, sólo estaba la secretaria de Desarrollo Social, Analía Guevara.
Lo que venimos a decir nosotros es que lo que verdaderamente se habló con el intendente en la reunión del miércoles pasado”, arrancó Cigarretta, intrigante. “Nosotros habíamos discutido con él que se tomara la licencia, eso fue lo que pasó verdaderamente y él se comprometió a hacerlo, pero después sus abogados lo negaron.” Según dijeron, el intendente primero aceptó, luego habló con sus abogados y más tarde explicó aquello de que si renunciaba sería como inculparse frente al proceso judicial que sigue en marcha. Por esa razón, se quedó.
“Le dijimos que tenía que irse porque la gente de Pinamar necesita estar tranquila, sacarse esta sensación de intranquilidad”, explicaron. Y en ese contexto, hablaron de una “crisis institucional” y de buscar las garantías de una “gobernabilidad que peligra”.
En los hechos, el gabinete no dijo mucho más. En algún momento se había dicho que para aumentar las presiones sobre Porretti iban a presentar una renuncia en masa, pero no eso sucedió. “El intendente tiene nuestra renuncia a disposición desde el primer día”, dijo Cigarretta. “Si él quiere puede aceptarla, pero nosotros queremos decir que así como están las cosas el municipio no está funcionando, que los únicos que están haciendo las cosas son los empleados porque ninguno de nosotros está ahí.”
Ese vacío de poder y esa propuesta de renuncia velada no amedrentó hasta ahora al intendente. Porretti dio dos movimientos en las últimas horas. Puso a su secretario de Gobierno, Mario Melia, como secretario de Hacienda y a un asesor letrado, Rodolfo García Quiroga, como secretario de Gobierno.
Anoche, el Concejo Deliberante seguía en sesión. Y en el complejo bailable de los empresarios que promovieron la denuncia convocaban a una conferencia de prensa. Una nueva, para la madrugada, en Ku-El Alma. Decían que iban a mostrar el video.
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