Miércoles, 15 de octubre de 2008 | Hoy
Consultados por PáginaI12, tres expertos en Bioética polemizaron sobre la utilización del Diagnóstico Genético Preimplantatorio (DGP) para gestar un bebé por fertilización asistida, destinado a curar a otra persona, como en el caso de la mujer española que dio a luz a un bebé para sanar a su hijo.
Para la norteamericana Arleen Salles, doctora en Filosofía y autora junto a Florencia Luna del libro Bioética: nuevas reflexiones sobre debates clásicos, el caso plantea la cuestión ética de si se está usando a un bebé sólo como un instrumento. “Se creó un ser humano para salvar a otro. Para algunos es moralmente incorrecto, ya que puede ocurrir que los padres le den un trato distinto si el bebé no cumple con las expectativas que se tenían si falla el trasplante.” Salles también plantea la antítesis. “Incluso si fue creado con la intención de ayudar a otra persona, puede ser que los padres lo quieran más allá de ese propósito.”
Salles remarcó que siempre los embarazos tienen un objetivo: “Darle un hermanito a un hijo, armar una familia, estar acompañada en la vejez”. Así, la doctora en Filosofía respaldó la reproducción asistida a través del DGP “siempre y cuando no se utilice al bebé sólo como un fin y luego se lo descarte, como una mercancía”, como en el caso en que la pareja dé al bebé en adopción. Y enfatizó que “hay que analizar los grises en cada caso”.
A su turno, Salvador Bergel, titular de la cátedra Unesco en la UBA, opinó que no hay ningún problema ético. “En definitiva se trata de ayudar a otra persona sin perjudicar a nadie, ya que se usan las células del cordón umbilical. En la medida en que no se cause daño y sea útil para la curación de un hermano, hay que aprovechar las posibilidades que ofrece la ciencia. La justificación está en ayudar a otra persona”, analizó Bergel.
Por otra parte, la bióloga Susana Sommer, especialista en bioética, planteó dos interrogantes: “¿Es correcto tener un hijo para que sea un fin para?” y “¿Es correcto no usar una solución posible cuando la técnica sí lo permite?”. Para Sommer, por lo pronto, son preguntas que no tienen respuesta. “Son temas para discutir, ya que no hay respuestas rápidas y exactas”, consideró la bióloga. Además, conjeturó que “puede ocurrir que el hijo que recibió la transfusión se sienta deudor, mientras el otro acreedor. O también que sean felices y no haya problemas”.
Informe: Esteban Vera.
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