Lunes, 16 de agosto de 2010 | Hoy
Compungido, especialmente porque dijo que se había hablado mal de su gestión, el ex director general de Fiscalización y Control de Obras de la ciudad José Angel Báez renunció a su cargo. Lo hizo, obviamente, después del derrumbe del gimnasio y cuando su jefe, el cuestionadísimo ex titular de la Agencia de Control Comunal despedido, Raúl Oscar Ríos, ya no formaba parte de la plantilla municipal. Báez es un hombre cercano a Ríos, es decir, una pata del Boca macrista en el Gobierno de la Ciudad.
Junto a Báez presentó la dimisión su asesora Liliana Imaurri, que no es otra que la señora esposa del jefe de control despedido. El recorrido de Báez es particular. Es un ex bombero que tenía una agencia de seguridad privada contratada por Boca Juniors cuando el jefe porteño era presidente del club de la Ribera. Se alejó del puesto, con los xeneizes, cuando en Boca desembarcó el Fino Palacios, quien llegaba con su propia agencia de seguridad y no tuvo miramientos en desplazarlo.
El área de Fiscalización y Control de Obras es clave porque supone que es la que determina si una obra puede o no realizarse.
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