SOCIEDAD › OPINIóN

La gestión no se nombra

 Por Julia Zullo *

En términos generales, desde el punto de vista de su posicionamiento discursivo, Macri no puede dejar de ser protagonista. Este protagonismo no se da desde cualquier lugar ni admite cualquier posición: desde esta perspectiva –alejada de lo fáctico, claro– el jefe de Gobierno no puede ser acusado, imputado, querellado porque esos lugares lo convertirían en paciente/objeto de las acciones de otros. Tiene que ser actor de todos los actos. Por esta razón, incluso en algunas situaciones, no soporta la interposición de los medios y se constituye como enunciador primero y único ante “la gente”, su gente, la que lo sigue en Twitter.

Sin embargo, los medios son, en casi todos los casos, funcionales a su búsqueda constante de protagonismo: no sólo reproducen sus dichos –en los que prevalecen un “yo” o un “nosotros” muy acotado en su alcance– y su imagen, sino que sostienen su “estrellato” desde las columnas de opinión, aunque lo critiquen porque se habla de él siempre desde lo individual.

“La ciudad soy yo”, podría ser la frase que mejor caracteriza a su estilo de gobierno. El problema no es que se hable del jefe de Gobierno sino que detrás de su figura se oculta una gestión que no se nombra. La estrategia se repite a toda escala: Mauricio “da la cara” en el momento crítico y si para que el espectáculo pueda continuar es necesario el sacrificio, un funcionario debe caer. No importa si cumplió o no con sus deberes –ni siquiera sabemos cuáles eran–. No estaba allí, donde el show lo requería.

Y una vez más tenemos personas: no hay equipos de trabajo, organismos, instituciones, que planifiquen, gestionen, operen para la ciudad. Hay personas –siempre cercanas– trabajando para un jefe. En este sentido, es notoria la cantidad de nombres y apellidos que aparecen invocados en las crónicas de los últimos días y la escasa mención de los organismos de control. Incluso, desde las declaraciones de los funcionarios del gobierno porteño es recurrente la adjudicación de toda la responsabilidad a un ingeniero.

Finalmente, se insiste una y otra vez en que el funcionario saliente era “cercano”, “allegado”, “de máxima confianza personal” de Macri. Así, en un gobierno de personas, de amigos, una renuncia/despido refuerza la amistad, confirma la autoridad del jefe y ratifica su protagonismo, su estilo de hacer política. Pero sobre todo, intenta que no se derrumbe su imagen.

* Lingüista (UBA).

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