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Después de conocerse los resultados del estudio de ADN hecho por el FBI, las hipótesis que se abren son las siguientes:

- La familia Macarrón sostiene que el violador y asesino de Nora Dalmasso es un individuo –al que supuestamente tienen individualizado– que trabajaba en las refacciones de la vivienda de Dalmasso y Macarrón. El supuesto sujeto conocía que el acceso a la casa era fácil a través de una ventana que da al balcón del primer piso. Entró, violó a Nora y la estranguló.

- Quienes están de la vereda de enfrente a Marcelo Macarrón sostienen que éste era una especie de testaferro de algún político o empresario de Río Cuarto. También lo individualizan y afirman que hace tiempo que no se lo ve por la ciudad. El argumento es que Nora le estaba pidiendo el divorcio y que de esa manera se quedaría con parte de las propiedades. Sobre toda esta historia, Di Santo no encontró ninguna evidencia, salvo que Nora mantenía una relación extramatrimonial con un contador.

- El fiscal volverá a estudiar todos los horarios de Marcelo Macarrón. Hay numerosos testigos de que jugó –y ganó– el torneo de golf de Punta del Este. Para lograrlo tuvo que jugar todos los días y, en ese caso, no existe posibilidad de que haya vuelto a Río Cuarto con tiempo para matar a su esposa. Sin embargo, el fiscal volverá a analizar toda la documentación.

- Está claro que el homicida y violador no dejó esperma en el cuerpo de Nora. Sí quedaron rastros de mordeduras en el pezón y lesiones en toda la zona vaginal, todas típicas de una violación. Pero criminalistas consultados por este diario sostienen que puede no haber rastros genéticos del homicida, en primer lugar porque tal vez usó preservativo y en segundo lugar porque elementos como la descamación de la piel, sudor o hasta algún pelo pueden haberse perdido en las 24 horas que mediaron entre el asesinato y el hallazgo del cuerpo. Es posible que los dos perfiles genéticos hallados en la sábana de abajo pertenezcan al homicida, uno o dos individuos, pero también que esos perfiles sean de personas que tuvieron en sus manos la sábana antes del crimen. Y de ninguna manera se puede descartar que exista una contaminación de personas que hicieron los estudios genéticos o que, sin haber estado en la escena del crimen, hayan manipulado la sábana en los laboratorios o en algún tramo de la investigación.