Jueves, 28 de abril de 2011 | Hoy
Por Pedro Lipcovich
“Si la investigación de la trata de personas apelara a los conocimientos y la infraestructura de Ammar y de otras organizaciones, como las de travestis, sería más fácil llegar a los lugares donde hay personas víctimas de trata, y obtener pruebas, evitando pasar momentos terribles a personas que no tienen ninguna culpa”, advirtió Gastón Fingermann, abogado de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Ammar ofrece aprovechar su infraestructura para diseñar acciones contra la trata, que, en ruptura con la tradición de la razzia policial, apelen a técnicas específicas de investigación.
El abogado destacó una de las estrategias propuestas por la entidad que representa: “Por convenio con el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, Ammar cuenta con un centro de salud, que brinda atención especializada a trabajadoras sexuales y a la comunidad. El convenio incluye la utilización de una camioneta del Ministerio de Salud, dos o tres veces por semana, con la que las agentes de salud de Ammar recorren cabarets y privados para dar a las chicas información y capacitación en cuestiones sanitarias. Las conocen, tienen acceso a los lugares, y la eventualidad de que se les niegue acceso a un lugar es en sí misma un dato significativo. Lo esencial es que las trabajadoras en esos lugares conocen a estas compañeras y pueden trasmitirles denuncias que jamás se atreverían a hacer ante la policía o la Justicia. Ammar se ofrece para recibir denuncias y transmitirlas protegiendo la identidad de las denunciantes”.
“En cambio –continuó Fingermann—, estos procedimientos indiscriminados generan terror y hacen que las chicas se alejen del sistema de Justicia, que se clandestinicen, que se distancien también del sistema de salud y de entidades como Ammar.”
“Ammar quiere dejar clara la diferencia entre el trabajo sexual, como actividad lícita, y el proxenetismo, contra el cual luchamos –destacó su titular, Elena Reynaga—. Por ejemplo, hay que diferenciar entre el privado regenteado por un proxeneta y el que es administrado por las propias chicas. Esto no está suficientemente tomado en cuenta en el proyecto de ley de trata que se debate en el Congreso nacional. Pero cuando intentamos dar nuestra opinión sobre ésta y otras cuestiones no pudimos hacerlo, no nos recibieron, aunque sólo fuera para escucharnos.”
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