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La venta de semillas de ca-nnabis en Holanda dio lugar a una importante industria: los bancos. Estas semillas se feminizan con un proceso químico, ya que la planta macho no tiene efecto psicoativo. Pueden comprarse en tiendas conocidas como smartshops, donde se consigue todo tipo de implemento para los cultivadores: fertilizantes, plaguicidas, lámparas y hasta instrumental para hidroponia, siembra en el agua. Los bancos hacen envíos por Internet, ya que en muchos países es legal adquirir semillas como souvenirs.

Algunos ofrecen decenas de variedades, con distintos tipos de aromas, sabores y efectos, según la cantidad de THC que contenga la variedad en cuestión. Es el caso de Green House, donde tienen máquinas para seleccionar las semillas según el peso, el color y el tamaño, entre otros parámetros, y poseen un banco con dos tipos de semillas congeladas: menos del 10 por ciento fueron testeadas. Esta empresa tiene un sitio web donde pueden verse las aventuras de los buscadores de semillas en distintos continentes.

Sin embargo, también hay pequeños bancos que tienen mucho prestigio, como Serious Seeds. Este banco, comandado por un ex docente de biología llamado Simon, tiene sólo cinco variedades: Ak-47, Bubble Gum, Chronic, Kali Mist y White Russian. Desde hace 16 años que este banco no saca al mercado una nueva variedad. “Tuve que pelear todo ese tiempo para que otros bancos no vendieran mis semillas con otros nombres”, le dice Simon a este diario. Pronto, agregó, presentará su sexta semilla. “Serius Six, una sativa pensada para el clima y los tiempos holandeses”, adelanta.

Y hay bancos más pequeños aún, el de Soma, un viejo hippie que se hizo famoso por una sola variedad, Amnesiac, y quien suele frecuentar coffeeshops munido con su hash casero. Soma es oriundo del estado norteamericano de Oregon y cuenta que trabaja como cartero en la empresa IBM. También supo manejar un restaurante vegetariano en su país. Hoy, además de su banco de semillas, Soma vende sus manuales de cultivo orgánico de cannabis para contrarrestar el avance de la industria química.