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Una testigo surgida de un diálogo con el columnista de TN Ricardo Canaletti y presentada por el abogado querellante, Pablo Lanusse, terminó el lunes imputada por falso testimonio en uno de los episodios más grotescos de la causa por el asesinato de Angeles Rawson.

La mujer, Beatriz Fuentes, en la llamada telefónica grabada por Canaletti, dijo ser vecina del segundo piso de Ravignani 2360 y aseguró haber escuchado, junto a su hermana Andrea, una pelea de la familia de Angeles. Además, aseguró que un alto funcionario del Ministerio de Seguridad le ofreció 25.000 pesos para que no dijera nada. El lunes, ante el juez Javier Ríos admitió que no vivía en Ravignani y que lo que transmitió fue una conversación que le escuchó a una señora de edad en la terminal en la que iba a tomar un micro hacia Puerto Deseado. Su hermana tampoco es seguro que se llame Andrea, porque en algún momento dijo que era María. Por supuesto que desconoce quién es la señora de edad a la que escuchó en la terminal.

El magistrado y la fiscal Paula Asaro ya sabían que la versión era falsa: tardaron un minuto en darse cuenta porque averiguaron que la mujer dijo que vivía en un departamento del segundo piso que hace cinco años que está vacío. Pero cuando Fuentes estuvo ante ellos, no pudieron creer lo que escuchaban. En el audio con Canaletti, Fuentes dijo que incluso tenía la llave del sótano, pero ya frente al juez y la fiscal sostuvo en cambio que ni siquiera conocía el edificio.

Obviamente el trasfondo era acusar al Ministerio de Seguridad de pagar por silencio, pero la versión se caía a simple vista: Beatriz dijo que el funcionario fue a ofrecerle los 25.000 pesos el lunes 10, es decir cuando Angeles había desaparecido, pero todavía no se sabía ni que la hubieran asesinado y tampoco se había encontrado el cuerpo.

Todo quedó más desmentido aún cuando el juez convocó a los vecinos de Ravignani a declarar en la misma noche. Ni uno solo de los 26 escuchó ninguna discusión, menos todavía en un pasillo y a ninguno le ofrecieron dinero para mentir o para no decir algo. Era una evidente maniobra política.

Para redondear, Dominga Torres, la doméstica de la casa de la familia de Angeles, declaró que no hubo ninguna discusión, que ella estuvo allí toda la mañana, hasta el mediodía, y que los tres supuestos protagonistas de la pelea, Angeles, Sergio Opatowski y Jimena Adúriz, estos últimos padrastro y mamá de la chica, no estuvieron a esa hora en el edificio.

La versión de la tal Beatriz no cerraba por ningún lado, pero a Canaletti eso no lo detuvo. Le entregó el CD con el audio a Pablo Lanusse, otrora candidato de Francisco de Narváez, y éste –sin hacer ningún chequeo– lo presentó en la Justicia.

Fuentes terminó imputada por falso testimonio y se sacó copia de su declaración para que se sortee un juez que investigue el delito, aunque es casi seguro que ese expediente le vuelva a Ríos.