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“Aunque la Bonaerense y la Metropolitana producen efectos semejantes en sus intervenciones violentas, no hay que confundirlas. La Bonaerense es una policía autonomizada, porque se sienta a negociar con el poder político. La Metropolitana presenta un diagnóstico distinto: responde a un diagrama de política pública. Por eso, insistimos en que los responsables políticos respondan sobre estos hechos para modificar estas prácticas”, dijo Paula Litvachky, directora del Area de Justicia y Seguridad del CELS a este diario.

–¿Qué es lo que preocupa más de las intervenciones de la Metropolitana?

–La modalidad, que originalmente estaba pensada con la idea de policía cercana, que permitiría trabajar por fuera del conflicto, con una regulación más moderna que de hecho la tiene, y a partir de ahí establecer prácticas que no repitan las historias de las policias en Argentina. Un poco como se hizo con la Policía de Seguridad Aeronáutica. Lo que queremos es llamar la atención sobre el modo de intervención y plantear sobre esa idea de la autonomía de la Bonaerense. La Metropolitana no aparece como una policía autonomizada, por eso nos parece importante que los responsables políticos respondan. Pero en la interpelación a Montenegro no dieron lugar, en cambio los responsables políticos legitiman intervenciones de este tipo, y los hechos de violencia policial los hacen aparecer como excesos individuales.

–¿Y cuál sería el eje por el que consideran que habría que discutir estas políticas?

–Hay que establecer una discusión de qué modelos de policía se quiere, si más violenta o menos violenta, y con la Metropolitana se va advirtiendo el perfil, es un alerta que ya estamos teniendo. Ya lo advertíamos con su integración con exonerados federales y de ex miembros de fuerzas de seguridad, con muy pocos controles, y advertimos que esto se iba a trasladar a los modos de abuso policial.