Los talleristas de la Sala Alberdi del Centro Cultural General San Martín estaban en conflicto más de dos años antes de la represión, ocurrida el 12 de marzo de 2013. El ataque policial se produjo en momentos en que el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, negociaba con los representantes de los artistas y activistas movilizados. El juez de la Ciudad que intervenía ordenó enfáticamente una solución negociada, pero la Cámara Penal de la Ciudad ordenó cumplir con el desalojo. No hacía falta demasiado más para que los monos tomaran sus navajas. Según el testimonio de los representantes de la asamblea, durante la negociación, Lombardi recibió un llamado y autorizó a la policía a avanzar y desalojar, todo en presencia de los propios representantes.

La Metropolitana avanzó con un camión hidrante, 107 uniformados con armas de fuego, 38 desarmados, y 12 de los que se desconoce. De los armados, cita el informe, llevaban pistolas reglamentarias 9 milímetros, 7 llevaban además escopetas 12/70 y 3 llevaban marcadoras de pintura. Montenegro manifestó que sólo portaban balas de goma. Pero los disparos policiales provocaron tres heridos con balas de plomo, lo que desmiente esta versión. Hubo además 12 heridos por golpes policiales, entre ellos una mujer que sufrió fractura de cráneo, y se produjo una decena de detenidos. “Esto ocurrió cuando ya estábamos casi al borde de la resolución de este conflicto que lleva años. Estuvimos reunidos desde las 14, porque las cuatro personas que mantenían la ocupación querían salir hoy sí o sí. Pero de vuelta, como hace dos semanas, aparecieron estos infiltrados, todos vestidos de negro para tirar molotov y así se produjo el avance de la Metropolitana, fue una locura”, dijo Luis Zamora, ex diputado y asesor de los ocupantes.