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Las reglas del monasterio

En el monasterio de Nogoyá viven 18 monjas, la mayoría de las cuales ingresaron como novicias con 18 años, aunque algunas lo hicieron con 16. Ninguna de ellas tiene contacto fluido con sus familiares, que tampoco conocen los detalles de la vida cotidiana puertas adentro, por un pacto de confidencialidad. De acuerdo con la investigación de Análisis –a partir de la cual la fiscalía a cargo de Uriburu intervino de oficio, por sospechas de privación ilegítima de la libertad agravada–, las monjas deben autoflagelarse todas las semanas, “como práctica habitual” y “pegándose en las nalgas con lo más parecido a un látigo, pero con varias puntas y durante 30 minutos”. Además, es habitual el castigo de “vivir a ‘pan y agua’ durante una semana”, usar el cilicio en las piernas “por varias jornadas” o llevar “una mordaza en la boca, durante las 24 horas y por espacio de siete días”.

De acuerdo con la investigación periodística, cuando un familiar acude a visitar a una monja, siempre debe haber otra religiosa “‘de testigo’ para escuchar lo que se habla, y no se permite conversar de ‘cuestiones mundanas’”. Cada carta que llega al establecimiento es abierta y leída antes de llegar a su destinataria, y “también se controlan las correspondencias que salen”. Además, ninguna de las internas puede tomarse una foto con sus familiares “porque con la imagen ‘pueden hacer alguna brujería’”.

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