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Los acontecimientos del martes y la marcha del viernes por la liberación de los detenidos de Quebracho nos ponen frente a un debate que no debemos postergar más: los métodos de la protesta social. El corte de ruta surge a mediados de los ‘90, cuando el liberalismo de Menem cerraba tanto fábricas como canales de diálogo, lo que dejaba al corte como único modo de hacer visible la exclusión. Hoy, el vínculo que mantienen gobierno y protesta social es muy diferente. Y es precisamente con la intención de revertir la exclusión que el presidente Kirchner abrió las puertas del Estado a la participación de los sectores más postergados, como hacía muchísimo tiempo no lo hacía un gobierno. Es cierto que los planes Jefas y Jefes de Hogar o los subsidios no son la respuesta definitiva. Tan cierto como que la reconstrucción de un Estado activo y productor requiere participación y protagonismo, tanto de los piqueteros como de los trabajadores. No es sencillo, menos cuando los personeros responsables de la situación quieren seguir imponiendo su receta. También es diferente el vínculo del Gobierno con la sociedad. El contacto permanente y cuasi personal de Kirchner, convocando al pueblo a debatir y protagonizar el rumbo político, económico y social, es la herramienta que debemos fortalecer y consolidar. Para recuperar el trabajo y la dignidad el camino es el diálogo y el método la participación constructiva, desterrando cualquier hecho de violencia que se torne provocativo, no dando cualquier excusa a la derecha reaccionaria para que la respuesta no sea la represión. Instamos a los compañeros de estas organizaciones a que reflexionen sobre los métodos de la protesta social, ya que una equivocación en este nuevo escenario convertiría los justos reclamos sociales en ejes funcionales para que la derecha mantenga intactas las estructuras del modelo neoliberal.

* Diputado Nacional Polo Social Pcia. de Buenos Aires.