Lunes, 23 de enero de 2006 | Hoy
Meses antes de los asesinatos, el 21 de febrero, “veníamos en el auto con mi nuera y mi hijo Matías, y en un momento en que frenamos aparece un tipo apuntándonos. Como Matías tenía el vidrio hasta la mitad, le pegó un culatazo y le dejó toda la cara lastimada. Mi nuera puso primera porque Matías estaba mareado. Lo seguimos hasta que entró en una casa. Al escaparse vemos la casa en la que entra el tipo y nos acercamos. Sale una señora que nos dice que ahí no entró nadie. Le dijimos que su hijo nos quiso robar. Ella nos dijo: ‘No, Maxi no’. Al rato sale el tipo con un arma y patea el coche, le rompe el vidrio y quiere pegarnos. Nosotros le dijimos a la señora que íbamos a hacer la denuncia y la mujer nos respondió que hiciéramos lo que quisiéramos, porque igual ella tenía un amigo policía para que los defendiera. De allá fuimos a hacer la denuncia a la comisaría 4ª de Remedios de Escalada”, relató Marta.
Después de ese momento “empezaron a molestar. A veces nos seguía el policía (Miguel Peralta). Una madrugada una vecina vio su coche blanco y me dijo al día siguiente que bajó el policía con un par de tipos más, mientras Pila quedó en el auto, pero la vieron a ella y se fueron”.
Cuando iban a hacer las denuncias les pedían el número de la patente del auto, “pero siempre la cambiaban. Además nos decían que el oficial a cargo estaba ocupado con un detenido, que fuéramos a denunciar más tarde. Cuando íbamos en otro momento el oficial que llevaba la causa no estaba, no trabajaba. Lo que pasa es que cuando vos les decís que es el hermano de un policía no te dan bolilla. Entre 4 y 5 veces nos acercamos a la comisaría para efectuar las denuncias”, contó Marta. Después los dejaron de molestar por un tiempo, pero luego volvieron.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.