El contrato del servicio de higiene urbana –el de mayor presupuesto de la ciudad de Buenos Aires, con un presupuesto de unos 160 millones de pesos anuales– se puso en marcha en marzo del año pasado, después de un conflicto con el gremio de camioneros.

La nueva licitación incluyó innovaciones respecto de la anterior:

- Ya no se pagaría a las empresas por tonelada de basura recogida, sino por área limpia.

- La ciudad fue dividida en seis zonas, una más que las existentes en el contrato anterior: cinco fueron otorgadas por licitación a empresas privadas, mientras que una continúa en manos de la Dirección de Higiene Urbana de la ciudad.

- Para el pago, las empresas serían sometidas a una evaluación de la calidad, en la cual se tendría en cuenta la opinión de los vecinos y de una auditoría externa.

- En ese sentido, se creó el sistema de “auditoría social”, que incluye la participación de vecinos en una comisión que analiza los problemas en el servicio.

- También contempla la participación de los cartoneros (los recuperadores urbanos), pero siempre que estén organizados en cooperativas. Aunque en el primer año no hubo ningún avance al respecto, se prevé para los próximos días la inauguración de la primera planta de separación de residuos, en el Bajo Flores, que será administrada por una cooperativa de cartoneros.

- En ese mismo sentido, cada una de las empresas concesionarias está obligada a construir un “centro verde” para la clasificación de residuos previamente diferenciados en origen, que también será gestionado por las cooperativas.