“Cuando no había forma de diagnosticar y tratar los trastornos de ATM, era común echarle la culpa de muchos dolores al ‘estrés’, y todavía hoy hay quienes mantienen esa teoría –observa Jorge Learreta, presidente para Sudamérica del Colegio Internacional de Ortopedia Craneomandibular–: suponen que el estrés produce un aumento en la actividad muscular, que a su vez generaría problemas en las articulaciones, pero esto no está demostrado. Sabemos que la ATM puede ser afectada cuando los dientes no se desarrollan en la posición correcta, o por factores traumáticos como golpes, y en estos últimos años se descubrió la importancia de infecciones por bacterias. Estos microorganismos podrían llegar por la sangre pero también desde el oído o desde la boca misma. Los antibióticos solos suelen bastar para combatir estas infecciones; para que el antibiótico pueda llegar a la zona, suele ser necesario descomprimir la articulación mediante un aparato en el interior de la boca.”