> LOS FACTORES DE RIESGO NO SON LOS QUE SE SEñALAN
Es natural preocuparnos por cosas físicas como los recursos o las armas. Aunque lo que realmente nos debería preocupar son asuntos más psicológicos como las ideologías y las normas.
› Por Steven Pinker
En la actualidad, la mayor parte de la población mundial no tiene que preocuparse de morir en una guerra. Desde 1945, las guerras entre las grandes potencias esencialmente han desaparecido y desde 1991 los choques bélicos en el resto del mundo cada vez son menos y menos mortales. Pero, ¿cuánto tiempo durará esta tendencia? Muchos me dicen que quizás estamos en un paréntesis y que la gran guerra está a la vuelta de la esquina. Quizás sea cierto y un cataclismo insondable puede que nos golpee de la nada.
Hay, sin embargo, ciertos factores de riesgo que conocemos que podrían desatar conflictos. Por ejemplo, la escasez de recursos. ¿Las naciones irán a la guerra por la última gota de petróleo o agua? Es poco probable. Cuando un recurso escasea y se hace más caro, las tecnologías de extracción mejoran y se encuentran sustitutos.
Otro tema es el cambio climático. Muchos estudios han fallado en encontrar una correlación entre la degradación ambiental y la guerra. Una crisis ambiental puede provocar un conflicto local, pero una gran guerra requiere una decisión política de que una guerra es beneficiosa.
No hay dudas de que los ciberataques seguirán siendo una molestia, pero un ciber-Pearl Harbor que ponga en rodillas a la civilización es tan ilusorio como el Y2K.
No es menor preocuparnos por los accidentes nucleares. Pero los últimos 67 años de historia de no utilización de armas nucleares pone en duda el discurso común de que estamos al borde del Armagedón nuclear.
La relativa paz que hemos disfrutado desde 1945 es un regalo de los valores y las instituciones que militan contra estos factores de riesgo. La democracia elige administradores responsables en lugar de déspotas carismáticos. Los derechos humanos protegen a las personas de ser tratadas como carne de cañón.
Es natural preocuparnos por cosas físicas como los recursos o las armas. Aunque lo que realmente nos debería preocupar son asuntos más psicológicos como las ideologías y las normas. Como lo dice el lema de la Unesco, “dado que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres en donde se deben construir las defensas de la paz”.
Psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense.
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