Jueves, 27 de mayo de 2010 | Hoy
15:58 › EE.UU. DEJA DE HABLAR DE "GUERRA CONTRA EL TERRORISMO"
La Casa Blanca publicó su "Estrategia de seguridad nacional", un documento marco sobre cómo Estados Unidos evalúa y desbarata las amenazas en su contra. La nueva estrategia divulgada por la administración Obama señala a Al Qaida como principal enemigo, pero deja la expresión "guerra contra el terrorismo", insistiendo en que el uso de la fuerza por sí solo no puede garantizar la seguridad del país. La renovada doctrina incluye la lucha contra las crisis económicas y el calentamiento climático.
"Siempre intentaremos deslegitimar el uso del terrorismo y aislar a aquellos que lo practican", indica el documento de 52 páginas que abandona oficialmente la retórica elaborada por la administración de George W. Bush tras el 11 de septiembre, en particular la noción de "guerra contra el terrorismo".
"No es una guerra mundial contra una táctica -el terrorismo- o una religión -el Islam-", precisa el texto. "Nosotros estamos en guerra con una red específica, Al Qaida, y los terroristas que la apoyan en sus esfuerzos para atacar a Estados Unidos y a nuestros aliados."
El texto destaca las amenazas que representan los individuos radicalizados que no tienen el perfil tradicional de los terroristas, como por ejemplo el joven nigeriano que intentó hacer estallar un avión encima del territorio estadounidense el día de Navidad o el padre de familia estadounidense de origen paquistaní sospechoso de haber planeado un atentado con coche-bomba en Nueva York el 1 de mayo.
"Nuestra mejor defensa contra esa amenaza reside en familias, colectividades locales e instituciones bien equipadas e informadas", dice el documento, precisando que "el gobierno va a invertir en el espionaje".
Otros ejes de la nueva doctrina son la lucha contra las crisis económicas y el calentamiento climático, cuyas consecuencias ponen en peligro la seguridad de Estados Unidos.
El documento tiende a redefinir lo que será la política extranjera estadounidense tras dos guerras sangrientas en Irak y Afganistán y una crisis económica mundial, mientras planea evaluar precisamente los intereses estadounidenses en el extranjero así como el uso de la fuerza, designando numerosas amenazas, desde la ciberguerra hasta las epidemias, pasando por las desigualdades.
Para alcanzar estos objetivos, la nueva estrategia propone apoyarse en la potencia militar, pero también en la diplomacia, los contactos económicos, la ayuda al desarrollo y la educación, al mismo tiempo que aboga por un enfoque "sin ilusión" en las relaciones con los enemigos de Estados Unidos como Irán y Corea del Norte. El documento mantiene la posibilidad para Washington de emprender acciones militares unilaterales, pero bajo condiciones más estrictas que durante la era Bush.
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