Decenas de miles de personas se concentran en los alrededores del Parlamento de Atenas para rechazar el nuevo ajuste. Al margen de la marcha se produjeron algunos disturbios, después de que la policía dispersara a unos 200 manifestantes que arrojaron bombas molotov.

Los servicios públicos quedaron hoy prácticamente paralizados, con el metro, los tranvías y taxis fuera de funcionamiento. Tampoco partían barcos del puerto del Pireo, en Atenas, y la mayor parte de bancos y oficinas de correos permanecieron cerrados. No abrieron sus puertas las escuelas, museos o lugares arqueológicos. En los hospitales únicamente se atendían las urgencias.

La votación del nuevo ajuste está prevista para última hora de la tarde. La aprobación del plan es un requisito impuesto por la UE y el FMI para que Grecia reciba el próximo tramo de ayuda de sus acreedores internacionales. Los medios griegos pronostican una votación muy ajustada, pues se espera que varios diputados de los partidos que forman la coalición de gobierno se manifiesten en contra de la iniciativa.

El debate parlamentario comenzó de forma turbulenta. La oposición de izquierda y ultraderecha acusó al gobierno de querer aprobar un paquete de ahorro anticonstitucional. Los ultraconservadores acusaron además a la coalición formada por conservadores, socialdemócratas y la de centroizquierda de obedecer órdenes de Berlín.

Por su parte, diputados de la coalición gubernamental aseguraron que un "no" al programa de ahorro pondría en peligro la permanencia de Grecia en la zona euro e incluso en la Unión Europea.