Martes, 26 de marzo de 2013 | Hoy
15:07 › ESTADOS UNIDOS
Cientos de personas se concentraron frente a la Corte Suprema estadounidense, que inició las audiencias de dos casos que podrían sentar precedente para que las parejas del mismo sexo contraigan matrimonio. "¡Gay, heterosexual, negro, blanco, el matrimonio es un derecho civil", gritaban los que están a favor, mientras que los opositores circulaban haciendo retumbar tambores y silbatos.
Los casos ante la Corte Suprema son los denominados Hollingsworth contra Perry y Estados Unidos contra Windsor. El primero está relacionado con la ley de California conocida como "Proposition 8", que prohíbe en ese estado los matrimonios homosexuales, y el segundo con una ley federal, el Acta de Defensa del Matrimonio (DOMA). Esta legislación prohíbe al gobierno federal el reconocimiento de matrimonios homosexuales, incluso si éstos son legales según las leyes de los estados.
Los defensores del matrimonio gay esperan que los nueve jueces de la Corte Suprema determinen que el matrimonio entre parejas del mismo sexo está protegido bajo la Constitución estadounidense, por lo que revertirán las actuales prohibiciones de las uniones homosexuales. Sus oponentes por el contrario quieren que la Corte proteja la definición tradicional del matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer.
Las parejas homosexuales que quieren contraer matrimonio en Estados Unidos afrontan en la actualidad un entramado de leyes que hacen que sus opciones difieran mucho dependiendo de dónde vivan. Sólo nueve estados, más el Distrito de Columbia donde se ubica la capital, Washington, permiten en la actualidad el matrimonio gay, si bien éste no es reconocido a nivel federal, el problema de fondo que llega ahora a la Corte Suprema. Además, 38 estados prohíben este tipo de uniones.
Mañana, los jueces supremos oirán los argumentos del caso Windsor. Se trata de Edith Windsor, una mujer de 83 años de Manhattan, Nueva York, cuya pareja durante 40 años y esposa legal durante seis -se casaronen 2007 en Canadá- murió en 2009.
Por ser una pareja homosexual, Windsor tuvo que abonar más de 360 mil dólares en impuestos de herencia, algo que no habría sido necesario de haber estado casada con un hombre. Este caso, de impuestos, es el que ha convertido ahora a esta anciana en una de las abanderadas del movimiento por los derechos de los homosexuales con su campaña contra el DOMA.
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