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La radicalización del movimiento estudiantil en Argentina suele situarse a fines de la década de 1960, sobre todo con la expresión del Cordobazo, en 1969. Pero en realidad se puede rastrear mucho antes. A fines de los años ‘50, el proceso ya empezaba a concentrarse y se dirigiría a una radicalización continua. Eso es lo que intenta mostrar el sociólogo Juan Sebastián Califa en su reciente libro Reforma y revolución (Eudeba), donde analiza el proceso atravesado por el movimiento estudiantil, sobre todo el de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre 1943 y 1966.

“Lo que uno puede encontrar estudiando el período es que a fines de los años ‘50 hay un hecho muy importante que es la lucha ‘Laica o libre’ y hay una fracción del movimiento y de la dirigencia estudiantil que comienza con un proceso de radicalización continua”, sostuvo Califa en diálogo con Página/12. En general, sostiene el investigador, esa fracción es la que dirigirá luego el proceso, más allá de que se hayan manifestado diferentes oleadas. “Eso caracteriza a este período”, sintetiza.

Se trata, precisamente, de años signados por golpes de Estado e inestabilidad política, acompañados siempre de una fuerte conflictividad social. Estos enfrentamientos sociales no fueron ajenos al movimiento estudiantil, cuyo paso a través del período permite al autor hacer un análisis y un balance para llegar a ver cómo impacta esto en el proceso de radicalización de este sujeto de estudio.

El libro estudia así algunos fenómenos que tienen que ver estrictamente con la universidad, como la oposición del movimiento estudiantil a los subsidios extranjeros como los de la fundación Rockefeller. Además, estudia conflictos más allá de las paredes de la casa de estudios más importante del país, como la intervención contra el envío de tropas a Santo Domingo o el apoyo de los estudiantes a la Revolución Cubana.

Reforma y revolución rastrea el proceso de radicalización hasta episodios ocurridos tras el final de la autodenominada Revolución Libertadora y bajo el gobierno de Arturo Frondizi. “Se vive como una traición”, describe Califa sobre ese período gobernado por la Unión Cívica Radical, “porque muchos estudiantes habían apostado por el entonces presidente y él les había contestado con la ley que posibilitó a las universidades privadas otorgar títulos habilitantes”.

Más tarde, eso daría pie a la lucha “Laica o libre”, donde los estudiantes defendieron la bandera de una enseñanza laica contra la posición de la educación “libre” esgrimida por el gobierno de Frondizi y la Iglesia Católica.

Una segunda oleada, explica el autor, se puede rastrear en el marco del gobierno de Arturo Illia. Los conflictos más resonantes que Califa sitúa en este período son los presupuestarios y las movilizaciones en contra del envío de tropas argentinas a Santo Domingo como apoyo a la invasión estadounidense a República Dominicana. Además, en ese período, está el proceso de la Revolución Cubana, que le “otorga cierto vigor a estas ideas revolucionarias y muestra un horizonte posible”, según el investigador.

El movimiento estudiantil, sostiene Califa, sin duda tuvo un papel muy significativo durante los años ‘60 y ‘70. “Constituye un error verlo a partir de sus orígenes de clase, es decir, como clase media o pequeña burguesía”, remarca el sociólogo.

Para el investigador, en tanto grupo social, el movimiento estudiantil en cambio “tiene una independencia relativa y hay que estudiarlo en la órbita en que se crea y se recrea, que es la universidad, aunque sin perder de vista sus condiciones de clase social”. “Hechos como el Cordobazo no se podrían explicar sin hacer referencia al movimiento estudiantil y al papel sustantivo que tuvo en ese contexto”, ejemplifica.

Justamente, el libro trata de poner énfasis en ese papel destacado “a sabiendas de que hasta ahora la bibliografía se había ocupado de temas como las guerrillas, el movimiento obrero y experiencias sindicales pero no le dio suficiente atención al movimiento estudiantil”. En contraste, Reforma y revolución propone darle importancia a un sujeto al que, concluye Califa, “hasta aquí no se lo ha mirado con la atención que merece”.