“Usen la energía asociada a las luces de iluminación y las computadoras como fuente de calefacción”, dice, ¿servicial, irónico, delirante?, el correo electrónico que recibieron varios investigadores de la UBA. Es que, en pleno invierno, en al menos dos facultades de la universidad –Medicina y Agronomía– está cortado el servicio de gas. Y el problema no es sólo el frío que puedan sufrir docentes y estudiantes, sino también los riesgos que corren preparados, bioterios y varias actividades científicas en los laboratorios. En la Facultad de Medicina la situación infraestructural es particularmente grave: ascensores que no funcionan, terrazas con goteras, baños averiados, tableros eléctricos y cañerías de agua que precisan renovación urgente, entre otras falencias. Tantas que las propias autoridades convocaron a una jornada de protesta, con suspensión de las actividades, para reclamarle al Gobierno un refuerzo presupuestario.

“Queremos concientizar a las autoridades y a la sociedad sobre los problemas edilicios y presupuestarios de la facultad”, dijo a Página/12 el decano de Medicina, Alfredo Buzzi. Con clases públicas y una conferencia de prensa, la “jornada de concientización y pedido de asistencia” se hará el próximo jueves y contará con apoyo y participación de docentes y estudiantes.

La señal de alerta se encendió con la suspensión del suministro de gas, que ya lleva unos diez días, desde que Metrogas detectó diversos problemas en la red. La falta del servicio afecta a la calefacción, a los animales de los bioterios, al funcionamiento de los mecheros en los laboratorios. El martes comenzó a trabajar una empresa en las reparaciones, pero la solución no llegaría antes del lunes o martes, con suerte. “Esto ha ocurrido por falta de mantenimiento, porque la mayor parte del presupuesto de la facultad se destina al pago de sueldos”, añadió Buzzi.

Según las autoridades de la facultad, a la falta de gas se suman los ya crónicos desperfectos de los ascensores: se precisarían 800 mil pesos para renovar cuatro de ellos, que tienen más de 50 años y una constante demanda de uso. En el 9º piso, donde funciona la carrera de Fonoaudiología, hay goteras, porque sigue pendiente la impermeabilización de la terraza. En cada uno de los 17 pisos del edificio ubicado sobre Paraguay al 2100 hay dos baños: todos requieren reparaciones. También hay que cambiar los tableros eléctricos de cada nivel, así como las cañerías de agua y los tanques. “El Ministerio de Planificación debería desarrollar un plan integral de infraestructura para la UBA –apuntó Efraín Benzaquén, secretario general de Medicina–. Durante muchos años se dejó de lado la cuestión infraestructural, y ahora sólo hay fondos para poner parches.”

En el caso de la Facultad de Agronomía, la suspensión del servicio de gas afecta al menos a tres de sus pabellones desde principios de junio. Los medidores que alimentan los edificios y los invernáculos fueron cerrados por Metrogas, después de que se hallaran pérdidas en caños y algunas violaciones a las normas de seguridad (falta de ventilación, mangueras mal instaladas, llaves de paso en lugares inadecuados, entre otras). Hasta que no se completen las reparaciones, el servicio no será restaurado. En ese contexto fue que los investigadores del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva) recibieron un correo de la dirección advirtiéndoles que se prohibió la instalación de estufas eléctricas porque el sistema eléctrico no tiene capacidad para tolerarlas. Y se les pidió “a todos que eviten las pérdidas de calor a través de ventanas y puertas y que usen la energía asociada a las luces de iluminación y las computadoras como fuente de calefacción. Puede servir de consuelo el hecho de que una computadora disipa algo así como 500 watts”.