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El viernes de la semana anterior a su viaje a Venezuela, el presidente Néstor Kirchner fue convocando a todos los consultores de opinión que suelen trabajar para el Gobierno con una instrucción clara: medir a su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, en todos los distritos del país, como candidata a presidenta para el 2007. La orden forma parte del juego al que se ha dado el mandatario hasta tanto defina si será él o CFK quien enarbole los blasones del kirchnerismo en la tenida de octubre del año entrante. El dato es significativo a medias, ya que, junto a las mediciones de CFK, el propio Presidente es testeado en cada escenario y siempre obtiene mayor porcentaje que su mujer, que aun así mide muy bien y también ella se impondría en primera vuelta contra cualquier contrincante.

Hace quince días, se revelaba en este espacio que, por primera vez desde su asunción como Presidente, Kirchner reconoció ante un grupo de estrechos colaboradores la posibilidad de competir por su reelección. El mandatario ha sabido crear un halo de misterio al respecto, machacando ante sus ministros y consejeros más cercanos sobre la chance de no competir por su reelección; lo viene haciendo desde 2003 y en este diario se dieron los primeros indicios sobre el asunto. Al comienzo de esta historia, los ministros no daban crédito a las palabras de Kirchner; con el tiempo y la insistencia del patagónico, comenzaron a creerle. Ahora hay fervorosos militantes para que Kirchner no se presente a la reelección y en su lugar lo haga CFK. Uno de ellos es el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que comparte los argumentos que desplegó en su momento Kirchner respecto de la dureza de un segundo mandato y de dar un ejemplo inédito en la historia de la Argentina.

Sin embargo, nada está definido y, a pesar de las instrucciones que el Presidente dio a los consultores de opinión, la decisión será tomada a comienzos del año entrante, con lo cual el misterio y el juego continuarán unos meses más.

Nuevos desafíos

La irrupción del ex ministro de Economía Roberto Lavagna en el escenario político-electoral inquietó en un primer momento algunos corazones en la Casa Rosada. En primer lugar, porque el propio Kirchner barruntaba la idea de contar con su ex jefe de Hacienda como candidato propio para competir por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una idea que nunca sedujo al economista por considerarla “menor” ante sus apetencias. A pesar de ello, en un comienzo, cuando Página/12 expuso en exclusiva las características del pensamiento de Lavagna, lejos estaba el negociador de la deuda externa de considerarse oposición. Fueron esos tiempos en los que Juan Carlos Mazzón, asesor del Presidente con asiento en la Casa Rosada y ejecutor de muchas de las políticas de construcción de poder de Kirchner, se reunió con el ex ministro. Todas fueron zalamerías para Lavagna. Mazzón avanzó fuertemente para convencerlo de ser candidato en la ciudad autónoma. Lavagna se negó, amablemente, y en ese tiempo, no se cansó de halagar a Kirchner.

Las cosas cambiaron radicalmente cuando el ex titular del Palacio de Hacienda profundizó su “dialéctica”, como le gusta decir a él, con el Presidente en algunas de sus políticas, provocando –sin mucha dificultad –que la espita de la paciencia en Balcarce 50, tan sensible y breve, se cerrase abruptamente.

Hoy, Lavagna trata de armar una coalición más peronista que radical –la UCR, con Raúl Alfonsín al frente, brega por que finalmente Lavagna acepte el convite a fin de lograr su subsistencia como partido y volver a ser la oposición, sitio que ha perdido a mano de terceros partidos–, mientras colige qué hacer. El ex ministro aún no le ha dicho a nadie que ya haya tomado la decisión de ser candidato a presidente.

Sondeos

Fiel a su nervio, el Gobierno no pierde tiempo y cada día sale a medir el pulso de la sociedad en muchos temas, a través de las consultoras que trabajan a su servicio. La intención de voto a Presidente, como ejemplificamos al inicio de estas líneas, es una pulsión constante en Balcarce 50. Si nos guiamos por los guarismos con que cuenta la administración nacional, vemos que el Presidente tiene una arrasadora intención de voto, inalcanzable para cualquier desafiante. Al menos es lo que ocurre hoy día.

La consultora Equis, que conduce el sociólogo Artemio López, está haciendo algunos de los trabajos mencionados en esta nota. Ya ha entregado al Gobierno los estudios realizados en La Plata, entre el 26 y 29 de junio pasado; en Morón, entre el 20 y 23 de junio; y en Mendoza, entre el 15 y el 19 de junio pasado. En las tres encuestas se tomó un universo de 400 personas, mayores de 18 años, y los trabajos contemplan un error muestral de +/- 4,9 por ciento, con un nivel de confiabilidad del 95 por ciento.

Los cuadros que se ven aparte, sus resultados, alegran los corazones en la Casa Rosada, en parte por la gran ventaja que obtiene Kirchner en cada distrito (sería muy similar a esto lo que estaría ocurriendo en el resto del país, acaso con la excepción de la Capital Federal) y la baja performance que obtiene Lavagna. No obstante, el ex ministro aún no ha definido su candidatura, no ha armado su coalición y, como se destacó anteriormente en esta nota, aún falta una eternidad, en términos argentinos, para octubre de 2007.

En lo referente a CFK, en el Gobierno están convencidos de que, si bien la intención de voto de la senadora es menor que la del Presidente, también es muy alta, ubicándose en los sondeos en segundo lugar. El caudal que obtendría CFK en una elección, impulsada por los votos que atesoraría en la provincia de Buenos Aires, haría imposible que un desafiante obtuviese menos del diez por ciento de diferencia, otorgándole la victoria a la primera ciudadana en primera vuelta.

Al menos, así están hoy las cosas.

El tiempo dirá.