Viernes, 1 de diciembre de 2006 | Hoy
UNIVERSIDAD › OPINION
Por Lucas Rubinich y Marcelo Langieri *
La posición sostenida por los decanos y otras autoridades de la UBA publicada ayer en una solicitada incurre en el error de confundir el principal problema que enfrentamos para salir de la actual situación de estancamiento. No es la FUBA el principal obstáculo para la regularización de la universidad, más allá de estar hegemonizada por una política sectaria y aislacionista. El principal obstáculo para la regularización de la UBA es la falta de determinación de la autoridad constituida para llevar adelante una asamblea universitaria que pueda elegir a sus autoridades legítimas.
La FUBA no es hoy la variable determinante en este juego. La FUBA es una constante, constante que mantuvo siempre la misma posición. Inicialmente su posición resultó progresiva porque enfrentó y desnudó la pretensión de elegir autoridades como si no existiera ninguna crisis en la Universidad de Buenos Aires. Conviene no olvidar que su acción resultó exitosa no sólo por su determinación sino también por la existencia de un fuerte consenso social en la comunidad académica que, de distintas formas, apoyó su iniciativa. Pero la linealidad de su política, que desconoció o menospreció las alternativas progresivas que se fueron articulando, transformó los aspectos virtuosos de su acción en defectos. Así, su firmeza se transformó en obcecación. El resultado es su aislamiento y la pérdida de apoyo social.
Dadas así las cosas, las verdaderas variables en juego para destrabar la situación pasan por otro lado. Señalando esto nos enfrentamos con lo que entendemos es el verdadero problema e interrogante: el resto de los actores políticos de la universidad, ¿tienen un verdadero compromiso con la necesidad de encontrar una salida? ¿Están dispuestos a pagar los costos políticos que implican una salida consensuada en aras de un proceso trascendente?
Los decanos han tomado una iniciativa de consenso que está a la altura de sus responsabilidades. Falta ahora comprobar si tienen la capacidad, perseverancia y lucidez para utilizar todos los recursos legales y legítimos disponibles para conducir un proceso que desemboque en la inmediata regularización de la UBA. La autoridad constituida tiene la responsabilidad histórica de implementar todos los mecanismos, sin ningún tipo de ambigüedad, para garantizar el desarrollo de una asamblea universitaria que permita elegir a las autoridades de la UBA.
No nos engañamos. La realización de la asamblea y la elección del rector por sí mismas no son la solución a los problemas de la UBA. Es necesario continuar y profundizar el proceso de transformaciones iniciado. Y para ello es imprescindible contar con la participación de los estudiantes, pues sin estudiantes no hay universidad.
* Director y secretario académico, respectivamente, de la carrera de Sociología (UBA).
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