Martes, 16 de enero de 2007 | Hoy
–¿Le gusta el recuadro? Es amplio, tiene doble circulación...
–Pero mira al sur.
–Bueno, el sur también existe... ¿y la ciencia actual cómo anda?
–En este momento, la ciencia actual, se podría decir groseramente que es un despelote. Porque eso, seguramente usted lo sabe mejor que yo, la cosmología en este momento es un caos de teorías y de modelos. Y lo mismo podemos decir de la teoría de las partículas elementales, que está también en ese tipo de situación. Y creo que la ciencia que vamos a tener dentro de 20 años va a tener, en realidad, poco que ver con la que asistimos actualmente.
–¿No cree que hay un rebrote de irracionalismo?
–No tenga la menor duda. Casi todo el posmodernismo está en ese tipo de situación.
–Pero yo me refería más bien al auge de la religión, al hecho de que haya rebrotes religiosos en tantos lugares, incluyendo acá, en los Estados Unidos, en el Islam.
–Yo confieso que no soy ateo, soy agnóstico. El agnóstico no se atreve a dar una aseveración como Dios no existe, por ejemplo; lo que dice es que en la actualidad el conocimiento humano y la ciencia, tal como los conocemos, es totalmente incapaz de resolver ninguna de las cuestiones que se plantean cuando teólogos discuten con gente que está en contra de los postulados teóricos.
–¿Ahora está reflexionando sobre algún tema en particular, hay algo que lo...
–Bueno, yo, como le dije, me ocupo de varias cosas al mismo tiempo. Pero de la que más me he ocupado últimamente ha sido del problema que quedó cuajado en el libro, que es la cuestión de la fundamentación de la matemática que, por supuesto, va mucho más allá de lo que yo discuto en el libro y que posiblemente en algún momento sea un tomo II. Y además, ya hace años que me ocupo de la cuestión de descubrimiento y creatividad y en este momento me estoy ocupando de modelos. Qué tipo de modelos hay, qué tipo de uso epistemológico se puede hacer.
–Modelos en general.
–Sí. En ciencia, por ejemplo. Es un problema muy complicado. También me he ocupado, pero en este momento lo suspendí un poco, sobre la cuestión del realismo. Yo me siento realista. Creo que hay una realidad independiente de que existamos y la conozcamos, y que la ciencia trata de captar. Creo en eso. Pero es un problema tan complicado cuando uno lee los puntos de vista que hay sobre ese tipo de cuestión, que ahí hay mucho para discutir.
–¿Y las leyes, que son relaciones entre los objetos... son objetivas o no son objetivas? ¿Están fuera de nosotros o es una cosa que proyectamos nosotros sobre el mundo?
–Si uno es realista tal como yo lo siento, sí hay leyes objetivas independientes de nosotros, que forman la realidad desde el punto de vista realista y ése es el problema ontológico. El problema epistemológico es cómo se las puede conocer.
–El asunto es el problema ontológico: ¿dónde están “escritas” esas leyes?
–Las leyes no se escriben, las leyes se dan.
–Claro, ¿pero cómo puede ser eso?
–Hay un problema previo a todo esto, que yo no lo voy a solucionar de la noche a la mañana ni mucho menos, el problema que plantea Heidegger –a quien yo admiro poco porque era un nazi–: “¿Por qué existe algo en lugar de no haber nada?”. Bueno, éste es un hecho irracional, por el momento, salvo que uno crea, como lo creía Leibniz, y a lo mejor va por ese lado, que la existencia de algo tiene razones lógicas para que se dé. Que la existencia de algo en lugar de no haber nada, sea una consecuencia de la lógica que de alguna manera está incrustada en el universo.
–Es decir ontológicamente incrustada. Pero con eso no hacemos sino retroceder un paso. Desde el punto de vista del status ontológico, si uno se imagina un Dios neutro como sustancia metafísica primera, por ejemplo, lo que hace que haya algo en vez de no haber nada. ¿Qué diferencia hay entre creer eso y creer que las leyes son objetivas?
–Ninguna.
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