Sábado, 24 de febrero de 2007 | Hoy
–¿Por qué y de dónde surgen las críticas a su garantismo?
–Es una cosa que empiezan (Bernardo) Neustadt y (Daniel) Hadad y todo un sector de abogados provenientes de la dictadura. Han hecho de la palabra garantista algo así como un insulto que yo lo luzco con orgullo. Si uno no hace valer garantías, el derecho no sirve.
–¿Qué es ser garantista?
–Es cuidar los ámbitos de libertad de la gente. Si la Justicia no es garantista, ¿para qué sirve? Mejor vamos a casa, busquemos a la policía y listo.
–¿Y el abolicionismo?
–Es una corriente de Europa y nórdica, canadiense, basada en una propuesta de nuevas sociedades sin poder punitivo. En estas propuestas hay dos propuestas: el minimalismo, que apunta a reducir el poder punitivo al mínimo, y el abolicionismo, que se refiere a otros mecanismos de resolución de conflicto propios de cuando no había poder punitivo. Claro que nada de esto se ha hecho. Hay muchas propuestas que se discuten. Yo no soy abolicionista en sí, creo que es un debate interesante y curioso, pero como proyecto de sociedad es para discutir en un café de París. No resuelve problemas urgentes de América latina. Si un sistema penal mata gente, hay que hacer que termine de matar gente.
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