Fuentealba

Consternación, estupor. Nos miramos sin vernos, y no podemos creer estar presenciando este horror. Cruda muerte de un laburante de la tiza, bajo el arma represora de un gobierno. Las movilizaciones en reclamo de mejores sueldos deben ser eso, sólo movilizaciones; otra vez el derecho a protestar libremente cercenado por una banda de personajes políticos, de la vieja guardia, que creen que matando van a poder establecer el orden, como hace 30 años. Los militantes, acostumbrados a las marchas reclamando, los militantes de la vida, por mejores sueldos, por condiciones dignas de enseñar y aprender, por políticas ambientales que no sumerjan a las poblaciones en la muerte de un medio ambiente contaminado, por un plato de comida. Los militantes estamos de duelo. El maestro de Neuquén nos devuelve la cruda realidad del salvajismo, muerto por protestar, en una provincia que según dicen es ¿una provincia rica? En el tapete de la discusión de todos los colores políticos está nuestro sueldo y si Filmus estaba o no de campaña al anunciarlo. Escuchar los comentarios hace poner la piel de gallina. Parece que ni siquiera nos merecíamos ese piso salarial, quizá si nos hubieran dado 200 pesos menos, Carlos Fuentealba hoy estaría vivo. ¿Qué locura es ésta? Sujetar la represión y el análisis de la crueldad a un monto determinado, cuando todos sabemos que un maestro debe estar bien pago y que lo único que salva a este país es invertir en educación (claro que si hubieran invertido hoy tendríamos muchas menos muertes que lamentar: Aníbal Verón, Teresa Rodríguez, Kosteki, Santillán, los muertos del 19 y 20 de diciembre, los muertos en accidentes de tránsito, los muertos por la droga, por el hambre y el frío). Los que tenemos el poder de la pluma y la palabra ejerzámoslo y saquemos de adentro el grito inmolado de justicia, trabajemos para que de ahora en más, y como nunca tendría que haber sido, dejemos de lamentar tizas manchadas con sangre.

Graciela Fittipaldi
DNI Nº 14.304.665