CONTRATAPA
Recordar los genocidios
Por Osvaldo Bayer
Lo que siempre hay que recordarle a la humanidad –año por año– en sus fechas respectivas son los genocidios cometidos por el ser humano: el de los europeos con respecto a la población africana en la forma de la esclavitud; el de España, Portugal, Inglaterra, Estados Unidos de América y la Argentina con respecto a las poblaciones originarias; el llevado a cabo por Turquía contra la población armenia en la segunda década del siglo pasado y la reciente de Ost-Timor, para apenas nombrar unas pocas de toda la historia trágica del ser humano. Sin contar las guerras de exterminio libradas por los países poderosos contra los pequeños o las mayorías sobre las minorías.
Justamente hoy se cumple un nuevo aniversario del genocidio del pueblo armenio en manos de las fuerzas armadas y cuerpos especiales del gobierno turco. Comenzó el 24 de abril de 1915, en plena Primera Guerra Mundial. Turquía era aliada de Alemania, por eso periodistas y veedores del ejército alemán pudieron fotografiar innumerables crímenes realizados desde ese año hasta 1923. A los hombres se los ahorcaba, a las mujeres y los niños se los obligaba a caminar durante días y noches sin parar ni darles alimentos. Son horrorosas las fotos de mujeres muertas de hambre rodeadas de pequeños niños cuyos cuerpecitos eran sólo piel y hueso. Pese a esas escenas ningún miembro del pueblo turco ayudó a las víctimas o se opuso a la matanza. Horca, hambre y sed en los caminos de Armenia fueron las armas de los turcos, como la de los nazis fueron las cámaras de gas. El material gráfico es espeluznante. El genocidio cometido por los turcos quedó en la historia y fue tomado por las instituciones internacionales como el Parlamento Europeo que condicionó el ingreso de Turquía a la Unión Europea al reconocimiento de su responsabilidad en el atroz crimen contra el pueblo armenio. El 9 de junio del 2000, 1226 intelectuales y estudiosos del Holocausto judío repudiaron el genocidio turco y exhortaron a todas las democracias a reconocerlo oficialmente.
Años después de la masacre, en Berlín, un estudiante armenio mató al principal político turco que ordenó los cobardes crímenes. Juzgado por tribunales alemanes, el autor de la venganza fue sobreseído de toda culpa por haber ejercido el derecho de matar al tirano. Fue un veredicto judicial que tuvo trascendencia mundial.
En centenares de tumbas masivas en territorio turco y armenio quedaron los huesitos de miles de niños y los restos de sus madres muertas de hambre y de sed. Las fotografías de los hombres ahorcados en las ramas de los árboles parecen racimos tétricos de cuerpos masacrados por la impunidad de los asesinos turcos, casi todos de uniforme de ese pueblo. En la reciente guerra con Irak se produjo un hecho vergonzoso: el actual gobierno turco puso el precio de 30.000 millones de dólares a Estados Unidos para que esta fuerza aérea utilizara bases otomanas para bombardear Irak. El presidente Bush se enojó y amenazó a los turcos con “reconocer el genocidio de los armenios” si no bajaban el precio. Negocios con los muertos, negocios con la memoria de los que murieron por obra del crimen y la crueldad.
Por todo esto, el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica ha declarado hoy, el 24 de abril como “Día contra la Discriminación y la Impunidad”.
Una advertencia contra los criminales que ordenan o ejecutan represiones, aquí y en cualquier tierra del mundo.