ESPECTáCULOS
Los desaparecidos, una investigación familiar
En la recta final de la competencia, la película argentina “Los rubios”, de Albertina Carri, indaga de modo singular en un pasado doloroso, en tanto la india “Tiladaanam” es un melodrama fallido.
Por Horacio Bernades
Signo de que el festival se acerca a su finalización, en la competencia oficial acaban de presentarse la última película argentina –Los rubios, de Albertina Carri– y la última asiática, Tiladaanam (The Rite ... A Passion, de la India) mientras que hoy harán su debut las dos que cierran la competencia, la belga Une part du ciel y la norafricana Heremakono. Mañana, todos los jurados que sesionan en el ámbito del festival anunciarán los premios, y el sábado será el cierre. Porque el domingo, guste o no, hay que ir a votar.
Los rubios es una película indudablemente singular, tanto en su enfoque como por su significación. Como ya lo había hecho María Inés Roqué en el excelente mediometraje inédito Papá Iván, Albertina Carri encara aquí, cámara en mano, una investigación sobre sus padres, secuestrados y desaparecidos en 1977, cuando ella tenía solo cuatro años. Veterana del Bafici, donde en años anteriores presentó un largometraje (No quiero volver a casa) y un cortometraje porno-con-muñecos, Barbie también puede estar triste, la singularidad de Carri es que parecería partir de cero, representando así a toda una generación (la de los chicos crecidos bajo la dictadura militar) que fue violentamente reducida a esa condición. Los rubios es la primera película en la que un representante de esa generación asume sin tapujos su condición huérfana, erradicada de todo.
Puesta frente al vacío de la ausencia (vacío que, de una forma u otra, aparece en las tres películas argentinas que compiten este año por el premio principal), Carri no pretende llenarlo con nostalgia y ni siquiera se plantea la obligatoriedad de recoger un legado trunco. “La vez que intentaron explicarme en qué andaban mis padres no entendí ni una palabra”, dice en un momento, sin el menor pudor. Lo único que recuerda de sus padres son los gestos más nimios y cotidianos, nunca los actos de coraje o los grandes gestos. En lugar de revisar el pasado para intentar reconstruir las esquirlas, lo que hace Carri en Los rubios es una investigación en presente, incluyéndose a sí misma en ese presente.
De hecho, Carri se filma a sí misma mientras filma una película llamada Los rubios, en la que una realizadora llamada Albertina Carri (interpretada por la actriz Analía Couceyro) y su equipo de rodaje siguen la pista del sociólogo y militante peronista de izquierda Roberto Carri y su esposa Ana María Caruso. Estos, los “rubios” del título, fueron secuestrados por un grupo de tareas en 1977, llevados al campo de concentración “El Sheraton” y allí desaparecidos. Así como no tiene ningún problema en usar muñequitos Playmobil o en comprar unas pelucas rubias para representar a sus padres desaparecidos, Carri no hesita en poner en aprietos a los ex vecinos, quienes se muestran tan paranoicos, sigilosos y culposos como si los paramilitares anduvieran aún por allí. Milagros de la presentificación del pasado que Carri logra con su enfoque, y que la lleva también a leer, ante cámara y con nombres y apellidos, la insólita resolución de un comité del Incaa, cuyos miembros discuten el enfoque de la realizadora, cuando lo único que deberían hacer sería expedirse sobre el valor comercial o cultural del proyecto. La inserción no es nada extemporánea, si se tiene en cuenta que el tema de Los rubios no son tanto “los rubios” en sí, como la película que su hija filma sobre ellos.
Si con el film de Carri la representación local cierra con altura su participación en el Bafici 2003, una película como Tiladaanam representa un manchón para una programación por lo demás excelente. Como ya sucediera con el film canadiense Mirror, la película india no sólo está filmada, montada y actuada con la mayor torpeza, sino que dramáticamente no podría ser más elemental. Su realizador, el veterano K. N. T. Sastry, ejerció durante treinta años la crítica cinematográfica. Apelando a las más gastadas fórmulas del melodrama, Tiladaanam confronta a un monjedescastado con su hijo, miembro de un grupo armado marxista-leninista (¡!) y a éste a su vez con su esposa y bebé recién nacido, a quienes desatiende para ir a tirar bombas. Tal vez los programadores del Bafici incluyan cada tanto películas como ésta para confirmar que, como decía Joe Brown, nadie es perfecto, y que a ellos les caben también las generales de la ley.
Los rubios se verá hoy a las 13 y a las 22, en el Hoyts 6. The Rite... A Passion, hoy 16.45 en el Hoyts 10 y mañana a las 16.30 en el cine Cosmos.