ESPECTáCULOS

“Esta obra sirve como metáfora de la sordera de los argentinos”

Así define María José Gabin a “New York”, pieza de Daniel Dalmaroni en la que una familia prefiere esconder sus miserias.

 Por Cecilia Hopkins

Una familia se da cita en el patio de la casa, en torno de una pileta de lona: hace un calor insoportable y el matrimonio sólo piensa en compartir una tarde en amable distensión, reunido con la hija de ambos y un tío que ha llegado de visita. Al parecer, nada impedirá los objetivos de la pareja, ni siquiera la noticia de que el tío ha violado a la sobrina. La situación pertenece a New York, “comedia negra” escrita por el platense Daniel Dalmaroni que subirá a escena en el Teatro Payró el viernes, pero que hoy será presentada en un preestreno exclusivo para lectores de este diario. Dirigida por Villanueva Cosse y con las actuaciones de Jorge Suárez, María José Gabin, Juan Palomino y María Figueras, el diseño de iluminación pertenece a Tito Egurza, mientras que el vestuario fue realizado por Daniela Taiana.
La obra, que roza el absurdo y se ofrece como “una metáfora sobre la sordera de los argentinos”, según explica Gabin en una entrevista con Página/12, “no pretende dar cátedra sino hacer un señalamiento desde la comedia”. Seis años atrás, la actriz ya había trabajado junto a Suárez, como ahora, en el mismo rol de marido y mujer. Pero en aquella oportunidad –la pieza presentada era Kvetch, del inglés Steven Berkoff, con dirección de Lía Jelin– ella interpretaba a una esposa dominada. La característica de Marta, su actual personaje, no es la sumisión sino una verborragia irresponsable. Una incontinencia verbal que le sirve de coraza protectora, aunque su discurso esté a favor de poner todos los sentimientos afuera y asumir la verdad, por más que duela.
La familia no es, según puntualiza la actriz, el tema que privilegia la obra de Dalmaroni ni menos aún la violación, que aparece como punto de partida para el dilatado diálogo de sordos que se entabla entre todos, lleno de lapsus y juegos de palabras, sobre un fondo emparentado estéticamente con la historieta. “La obra intenta aludir a la sordera mental que existe entre los personajes que no pueden enfrentarse con una verdad, por mínima que sea, y de esta forma aludir a una sordera social, nacional que, según creemos, todos padecemos si analizamos nuestra imposibilidad de relacionarnos, nuestras dificultades para reencontrar una historia común, para dejar de lado una cultura y unas aspiraciones prestadas. Para dejar de creernos un país diferente, más europeo y muy poco latinoamericano”. Según grafica la actriz, el personaje de Marta “insiste tanto en enunciar la importancia de enfrentarse a las cosas que esto mismo le impide ser consciente de su propio drama”.
El título de la pieza se relaciona con la tendencia del matrimonio a manejarse con los datos que ha leído de fuentes de muy dudosa confiabilidad: “Todos sus conocimientos provienen de la lectura de la revista Selecciones, una publicación que resume una cultura básica, apoltronada, llena de informaciones banales”. Si el drama estalla al menos parcialmente entre los cuatro miembros de la familia, un quinto “personaje” se instala entre todos para complicar más las cosas. Se trata de los 1000 litros de agua que llenan la pileta donde los actores están inmersos: “Ensayamos tres meses marcando los límites con cuatro sillas”, cuenta la actriz, “luego apareció la pelopincho y, cuando finalmente llegó el agua, caímos en la cuenta de su enorme atractivo teatral”. Contra todo lo esperable, la pileta de lona no funciona como un signo que connota socialmente a la familia. También se cuidó el registro de habla de los personajes: “Villanueva trató de limar del texto todo aquello que pudiera identificarse como lenguaje ‘de barrio’, porque no quisimos acusar a ningún sector social”, especifica.
Fundadora –junto a Verónica Llinás y Alejandra Flechner– del mítico grupo Gambas al Ajillo, Gabin encuentra en la televisión el medio de subsistencia que le permite animarse a hacer teatro en cooperativa, comoen este caso. A pesar de la crisis, la actriz –que el año pasado participó del ciclo Teatro X la Identidad e integró, junto a las otras ex Gambas, uno de los elencos de Monólogos de la vagina– está asombrada de la renovada afluencia del público al teatro, y de la calidad de la producción cinematográfica nacional. “La última crisis nos ha enfrentado a los artistas con una parte importante de nuestra realidad y, a pesar del terrible costo social que implica, el teatro y el cine que se produce hoy nos puede servir para crecer como sociedad. Al menos, personalmente, ya no siento el hueco que sí podía percibir en los noventa. Creo que el cuidado de lo que constituye nuestro patrimonio cultural es fundamental, prioritario, como el cuidado de las áreas de salud y educación”.

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La obra transcurre en un escenario atípico: una pileta de lona.
 
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