CULTURA
Las marcas de un músico
Manolo Juárez reconoce que “Louis Armstrong y Duke Ellington me partieron la cabeza”. También se la partieron Igor Stravinsky (La consagración de la primavera y la Historia de un soldado), Horacio Salgán y aquel quinto cuarteto de Bartók que escuchaba el padre y que, al principio, le parecía “desagradable”. Habla de marcas y dice que “las obras que me marcaron fueron Arcana e Integrales de Edgar Varèse, la Música para cuerdas, percusión y celesta, también de Bartók, y algo que al principio no entendía y cuya grandeza comprendo cada día más: Wozzeck, de Alban Berg. El folklore empecé a escucharlo cuando lo conocí al Cuchi Leguizamón, en un boliche que tenía un cuñado suyo, en Santa Teresita. Yo había ido en carpa, con unos amigos. Voy ahí y encuentro un tipo grandote, dientudo, que cuando se pone a tocar el piano y a cantar me hace descubrir algo absolutamente nuevo para mí. No es que tocara particularmente bien o que cantara con una voz muy bella. Allí pasaba otra cosa y eso me hizo ver que una música que hasta el momento no me había interesado demasiado podía ser maravillosa”.