Domingo, 9 de octubre de 2011 | Hoy
DEBATES › DIALOGO CON JAVIER SOTOMAYOR, UNO DE LOS MAS GRANDES ATLETAS DE LA HISTORIA
De paso por Buenos Aires, donde intervendrá en el VI Foro Mercosur Latinoamericano del Deporte, el saltador cubano y medallista olímpico, que aún conserva el record mundial de 2,43 metros, dejó algunas reflexiones sobre su experiencia.
Por Gustavo Veiga
Se puede empezar por su record insuperable de 2,43 en salto en alto, las decenas de medallas que ganó y por sus 17 marcas ubicadas entre las 24 mejores de la historia. Se puede empezar por su adhesión a la Revolución Cubana, por cómo defiende el modelo deportivo de su país y hasta por su pasado como miembro de la Asamblea del Poder Popular. Se puede empezar por su metro 94 de estatura, el físico de espiga, los 44 años que cumplirá el próximo jueves y los lentes oscuros que lleva a todas partes. Cualquiera de las descripciones le caerá a medida a Javier Sotomayor, que ocupa el podio destinado a los atletas más grandes de la historia diez temporadas después de su retiro.
De paso por Buenos Aires para intervenir en el VI Foro Mercosur Latinoamericano del Deporte, la Educación Física y la Recreación, el saltador dejó reflexiones para tomar en cuenta. Viene de una nación que es ejemplo en materia deportiva y que, según dice “si no hubiera existido una revolución, un apoyo, un sentimiento, como se hace y se ha hecho durante tantos años en Cuba, no hubiéramos tenido la calidad de atletas con que hoy en día contamos y con la que hemos contado”.
Sostiene que de sus viajes a la Argentina conserva “grandes recuerdos” porque “en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata salté 2,40, que es el actual record de estas competiciones. Intenté el record del mundo, pero no lo logré, aunque estuve bien cerca de conseguirlo. Luego estuve aquí aproximadamente un mes entrenándome con vistas al Mundial de Atenas donde alcancé medalla de oro y Argentina jugó un papel muy importante, ya que estuve en rehabilitación después de los Juegos Olímpicos de Atlanta y la parte más fuerte de preparación de ese año fue aquí, donde me sentí muy bien y me sirvió de mucho”.
El medallista olímpico (oro en Barcelona ’92, plata en Sydney 2000) evocó su última visita a Buenos Aires en 2001 para asistir “al retiro oficial de Diego Armando Maradona por la amistad que hicimos cuando estuvo en Cuba, a finales del ’90 y principios del 2000. Por esa relación, me dio el placer y el alto honor de compartir con él su retiro oficial”.
En un amplio y despojado salón de la embajada cubana en el barrio de Belgrano, Sotomayor ofreció una conferencia de prensa, dio notas individuales y departió con su amigable acento caribeño. La medalla dorada que ganó en los Juegos Olímpicos de 1992 lo marcó para siempre: “Es la mayor satisfacción que pude experimentar. Hay otro tipo de competiciones como los campeonatos del mundo, el caso de los mundiales de pista cubierta, pero no llegan a compararse emocionalmente ni sentimentalmente con una olimpíada. Me siento orgulloso de haber tenido esa oportunidad, de haberla alcanzado, porque muchos atletas han quedado en el camino por diferentes motivos, por lesiones o porque en ese preciso momento la suerte no los acompañó”.
El deportista nacido en Limonar, provincia de Matanzas, el 13 de octubre de 1967, podría ha-ber logrado el oro olímpico cuatro años antes. En los Juegos de Seúl 1988, Cuba no se presentó en solidaridad con Corea del Norte, excluido como coorganizador de la competencia que pretendía compartir con su vecino del sur, la República de Corea. Sotomayor adhirió al boicot: “Los atletas cubanos nos reunimos con la directiva nuestra, del Inder, y dijimos que nos íbamos a solidarizar con Corea del Norte, que no participaríamos, así lo entendimos todos los que estábamos en la preselección olímpica. Coincidentemente, en esa misma fecha yo hice mi primer record mundial de salto en altura previo a los Juegos, de 2,43. Creo que tenía grandes posibilidades de alcanzar la medalla de oro. Pero no participé y entonces no puedo decir que hubiera ganado”.
El saltador cuenta que los éxitos del deporte cubano se deben a “la vinculación que ha tenido con el Estado durante tantos años y a que el nivel alcanzado es producto de su política. Si no hubiera existido la revolución, careceríamos del apoyo, el sentimiento y la calidad deportiva con que hoy contamos. El gobierno apoya que el deporte sea una práctica y un derecho de todo el pueblo y no solo se ocupa del alto rendimiento. El deporte es bienestar, salud, satisfacción, recreación y tiene muchos valores”.
Declarado Huésped de Honor de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña y reconocido por el COI como ejemplo para la juventud en 2011, dice que “el deporte en Cuba se sigue practicando en la misma medida que antes. Los juegos escolares se mantienen con la participación de muchos atletas en edad escolar, igualmente con los juveniles y puede que algún deporte haya mermado su posición a nivel mundial, como otros se hayan superado, pero el incentivo general en el atletismo continúa. A lo mejor no tenemos un saltador de altura como Javier Sotomayor, pero en la actualidad está Lázaro Borges en pértiga (garrocha) que hoy día es un orgullo. Fue subcampeón en el Mundial de Daegu este año”.
El atleta, el hombre comprometido con las metas de su país, el embajador itinerante de un modelo deportivo que es respetado aun por sus detractores políticos, transmitió de paso por Buenos Aires la fórmula de su éxito: “La motivación tiene que estar a diario, más que todo en la mente del deportista, en el afán de superarse, de hacerlo lo mejor posible, las grandes medallas se alcanzan con la motivación que también viene de la palabra de uno mismo, de un entrenador, de algún dirigente, de cualquier atleta que hayas visto y quieras ser como él”. De alguien como Javier Sotomayor, al fin de cuentas.
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