Viernes, 9 de mayo de 2008 | Hoy
DEPORTES › EL TANDEM RIQUELME-DATOLO HACE ANDAR A BOCA
Ischia consiguió encontrarle por fin el socio a Riquelme y su lugar en la cancha a Dátolo. Mientras el astro pone el capital, el ex Banfield aporta la mano de obra, sin tener que pensarlo.
Por Ariel Greco
“Una de las claves de un equipo es armar pequeñas sociedades.” La vieja frase pertenece a César Luis Menotti y refiere a la importancia de tener jugadores que se entiendan y se potencien mutuamente en diferentes sectores de la cancha. El partido que Boca le ganó el miércoles en Belo Horizonte a Cruzeiro fue una muestra más de que Carlos Ischia conformó una pequeña sociedad en el sector izquierdo, que cada vez le genera mejores dividendos: Juan Román Riquelme y Jesús Dátolo.
Desde su llegada a Boca, cuando al proceso lógico de adaptación le tenía que sumar la catarata de conceptos que pretendía inculcarle Ricardo La Volpe, Dátolo consiguió transformarse en otro jugador. Dejó de ser ese gambeteador que elegía siempre la peor opción para convertirse en un futbolista de largo recorrido, de área a área, que además llega al gol. Y para ello influye mucho más tener a Riquelme a su lado que aquellas indicaciones que le machacaba La Volpe. Por lo pronto, lo convenció en la pretemporada para que se quedara en el club y no aceptara una oferta para ser transferido al exterior. “Román nos simplifica todo. Hace fácil lo difícil”, asegura el mediocampista para marcar la importancia de su compañero y, ahora, socio.
La sociedad Riquelme-Dátolo es particular. La figura podría ser que Román aporta el capital, mientras que el ex Banfield entrega la mano de obra. Riquelme piensa por él y por su compañero. Lo ordena, lo ubica y lo alienta. Ante River quedó otra vez en evidencia, tanto en los corners como en el momento en que lo mandó hacia el medio, para tirarse por izquierda y arrastrar a Ponzio casi como lateral derecho. Y Dátolo, obediente, le responde y, de paso, le cuida las espaldas, gracias a su impresionante dinámica. Así se potenció hasta convertirse en un jugador fundamental en la estructura de Boca, tanto que Ischia lo reservó en la previa del superclásico.
Los goles del partido ante Cruzeiro dejan en claro lo que entrega cada uno para la sociedad. En el primero, Riquelme recibió la pelota, hizo la pausa y cedió en el momento justo para que Dátolo arrancara la galopada que terminó con la habilitación para Palacio. Y en el segundo, el conductor de la Selección Argentina le dio el balón otra vez adelante, para que el zurdo pudiera correr y enviar el centro de primera, sin necesidad de meditar alguna otra opción de jugada. Y en la Bombonera, también armaron juntos la maniobra del segundo gol. Toque de Dátolo, descarga de Riquelme y gol del volante izquierdo.
Para Riquelme, esto de formar una sociedad por esa zona de la cancha no es nuevo. Desde que se afirmó en la primera de Boca con Carlos Bianchi, su primer gran socio fue Rodolfo Arruabarrena, con quien luego se reencontraría en Villarreal. Si bien el lateral izquierdo no era tan dinámico, su capacidad para pisar y resolver en el área rival le dieron muchos dividendos a Boca.
Más acá en el tiempo, el que aprovechó la posibilidad de sentirse importante en esa zona fue Clemente Rodríguez, en sus dos etapas en el club. De características físicas parecidas a las de Dátolo, el actual jugador del Espanyol también explotó con Riquelme a su lado. Y como el ex volante de Banfield, su mayor virtud fue aprovechar su velocidad y su capacidad aeróbica para picar al vacío, con la seguridad de que con Riquelme como lanzador, la pelota le iba a llegar en el momento y en el lugar justo.
La nueva sociedad de Boca está formada. Riquelme y Dátolo ya saben que juntos se potencian y que, con las virtudes de uno, se minimizan las limitaciones del otro. Como para que Menotti se sienta contento con que su vieja frase sigue teniendo vigencia en cada pase de Riquelme para una corrida de Dátolo.
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