Jueves, 29 de enero de 2009 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Diego Bonadeo
Días atrás, Angel Cappa comparaba de manera meridianamente clara al Lionel Messi de Barcelona con el Lionel Messi de la Selección Argentina. Decía algo así como “en su club, Messi recibe la pelota después de, a veces, treinta pases. En la Selección no, ni por asomo”.
Quien esto escribe insistió hasta el hartazgo en que así como no hay críticas “constructivas” ni “destructivas”, sino simplemente críticas, tampoco las comparaciones son odiosas. Son nada más que comparaciones. Aunque a veces pueden ser antojadizas, así como las críticas. O interesadas.
¿A título de qué salió el vicepresidente de la FIFA, presidente de la AFA y amigovio comercial de Torneos y Competencias –¿o ya no lo es más?–, Julio Grondona, a decir que Messi es más de lo que Maradona era a la edad de Messi? La comparación de Grondona es antojadiza e interesada porque no contextualiza. Hoy Messi tiene algo más que veintiún años y medio (nació el 24 de junio de 1987). A esa edad, Maradona era la gran figura de aquel Boca de principios de la década del ’80 con la complicidad futbolera fundamentalmente de Miguel Brindisi. No era aquel, por cierto, un equipo de superestrellas, como sí lo es el actual Barcelona con Eto’o, Henry, Iniesta y tantos más para hacerle pata a Messi.
Y aquí es donde entra a jugar la acertada puntualización de Cappa. El Messi de Barcelona es el Messi de la comparación con Maradona. Y el Messi de la Selección es un poco el Maradona de la comparación con Messi. Está claro que son más los socios para el juego con que cuenta hoy el rosarino que los que tuvo Maradona en casi toda su trayectoria. Pero de todas maneras, la comparación es simplemente una comparación, y una más de las provocaciones del titular de la AFA, como para que la interna de la Selección siga siendo innecesaria e inconducente.
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