Domingo, 26 de abril de 2009 | Hoy
DEPORTES › SEBASTIAN LOEB, A PUNTO DE GANAR POR QUINTA VEZ EL RALLY DE ARGENTINA
Los pilotos se llevan la gloria pero dependen en enorme medida de sus navegantes, que les cantan la hoja de ruta, potencian su rendimiento pero ganan muy poco en comparación. Con su hoja casi perfecta, el francés sacó un minuto de ventaja.
Por Pablo Vignone
Desde Villa Carlos Paz
Los mejores pilotos de rally del mundo podrían correr con los ojos cerrados. Sólo necesitan haber desarrollado un grado extremo de confianza en la persona que se sienta en la butaca derecha. El navegante es quien, a través del equipo de radio instalado en ambos cascos, le va leyendo de sus cuadernos de notas la hoja de ruta, indicándole el grado de peligrosidad de las curvas, la marcha y eventualmente la velocidad a la cual tomarlas, anticipándole las dificultades del camino. Por eso, para ganar un rally por el campeonato del mundo, un eximio navegante es imprescindible para un piloto experto.
Sebastián Loeb se adueñó del Rally de la Argentina al cabo de la segunda etapa, ganando 5 de las nueve pruebas especiales del día, pero parte del secreto de su velocidad reside en la química que logró con su navegante, el monegasco Daniel Elena, que le cantó la hoja de ruta ayer tanto como los 51 triunfos que consiguieron desde 2002 en el Mundial. Una cifra que hoy puede crecer a 52.
“Cualquier corredor de rally viaja más rápido cuanto más confía en las indicaciones de su navegante –explica el cordobés Federico Villagra, el único argentino en la clase máxima del rally–. A mí me cantan siempre la hoja de ruta aun en los caminos que conozco de memoria. Sé qué curva viene, pero siento que si no tengo la confirmación de boca de mi navegante pierdo performance.” Eso sucede, en mayor o menor medida, con todos.
“Con Sebastián tenemos un sistema perfecto, no lo hemos cambiado desde hace tres o cuatro años. El tiene una memoria fotográfica, y va agregando detalles en cada pasada –cuenta Elena–. Cuando el coche llega a una curva él ya sabe la anotación que le voy a cantar para la curva que sigue. Yo sólo se lo confirmo.”
Cuando recorren la ruta, antes del rally, el piloto da las indicaciones o agrega detalles, que se repasan en la segunda pasada por cada tramo. “El navegante es la memoria del piloto –asegura Jorge Del Buono, quien navegara a Jorge Recalde, el mejor valor argentino de rally en la historia–. Al leerle la hoja de ruta le refrescás lo que él te dictó antes, que es lo que quería saber en carrera.”
A veces, la recorrida se graba en video. “No creo que nadie tenga notas tan detalladas como nosotros. Eso es parte del secreto –señala Elena–. Inclusive, tenemos anotados los ángulos de las curvas de 5 en 5 grados. Su memoria nos ofrece otro nivel de detalle para describir cualquier accidente en el camino.” Loeb “nunca ve los videos. Antes de largar cada especial, le leo las tres o cuatro primeras líneas de la hoja, para refrescarlo, y que su memoria se ponga en acción”, remata.
Y la memoria se pone en movimiento: apenas al comenzar ayer su marcha imparable hacia la punta, Loeb se quejó de que “un kilómetro antes de San Lorenzo había un gran lomo de burro que no estaba en la hoja”. Lo corrigieron para la recorrida vespertina del tramo, a la tarde: mejoró cinco segundos.
“La proporción del mérito en una victoria se reparte 60/40 –opina Olivier Quesnel, director de la escuadra Citroën ante la pregunta de Página/12–. Seb es el 60, Daniel (Elena) es el 40. El papel del navegante es muy, muy importante.” Sin embargo, un navegante suele ganar sólo un 10 por ciento de lo que recibe su chofer.
“A cualquier piloto le potenciás el rendimiento leyéndole la hoja –señala Del Buono–. El porcentaje de mejora depende de cuánto conozca el camino. Recalde corría en Traslasierra sin que yo le cantara la ruta, y les sacó 40 segundos a los europeos en esos tramos cuando ganamos en 1988. Pero éstos empezaron a ajustar sus hojas, a confiar más en sus navegantes, y en los años siguientes la diferencia se redujo.”
Según Villagra, “estos World Rally Car de más de 300 HP tienen mucho potencial, pero para extraerles todo el jugo precisás andar mucho arriba. Lo mismo pasa con el navegante. Yo quiero que me cante la ruta hasta cuando estoy corriendo el superespecial del Estadio Córdoba”.
No son pocos los que piensan que Villagra, que cumple aquí su 20º rally sobre un Focus WRC y que ayer trepó al sexto lugar de la general, podría andar mejor si corriera con su navegante habitual en el campeonato argentino, Diego Curletto. Pero eso parece imposible: su navegante en el Mundial es Jorge Pérez Companc, el hijo de Gregorio, el empresario más rico de la Argentina. Con el dinero de la familia se financia el equipo Munchi’s, semioficial de Ford. Si Jorge tuviera que dejarle su lugar a un navegante profesional, entonces quizá no habría butaca derecha ni izquierda ni equipo ni auto.
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