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Ferrari enciende la luz de alarma. Primero, Honda. Luego, BMW, Bridgestone y Toyota. ¿Los seguirá ahora Renault? “Hay que ser un poco pacientes, haremos un anuncio antes de fines de año”, aseguró el presidente del conglomerado industrial francés, Carlos Ghosn, luego de que su empresa discutiera el miércoles en una reunión extraordinaria el futuro de su equipo de Fórmula 1, severamente golpeado por el escándalo de Singapur 2008, que acabó con la carrera de su director deportivo, Flavio Briatore. “Puedo garantizar que antes de final de año anunciaremos nuestra estrategia en lo que concierne a la participación de Renault en la F-1”, dijo Ghosn sin dar mayores pistas.

La posibilidad de la salida de Renault pone el acento sobre la ampliación del abanico de causas que motivan esta debacle y que exceden los efectos de la crisis económica desatada a fines de 2007. Ferrari, el equipo más tradicional de la F-1, mira a la Federación Internacional del Automóvil (FIA).

“La deserción (de Toyota) es más el resultado de una guerra contra los grandes fabricantes de coches por aquellos que manejan el deporte que por los efectos de la crisis económica”, dijo el constructor italiano en un comunicado. El formidable combate político entre los equipos de la F-1 agrupados en la FOTA y la Federación conducida por el inglés Max Mosley fue desgastante para ambos bandos. Pero, además, aunque el año próximo los presupuestos de los equipos estarán limitados a 100 millones de euros, desde su ingreso en 2002 Toyota gastó 2500 millones de euros sin poder ganar una sola de las 139 carreras que disputó.

El diario japonés Mainichi Shimbun aseguró ayer que Toyota ya no tiene interés en el “gran circo” de la F-1. “La motivación para estar ahí era elevar su imagen en Europa y esa meta ya la logró.” El diario afirma que la popularidad del automovilismo ha caído en Japón y recuerda que en 1991, en los tiempos de Ayrton Senna y Alain Prost, el rating era de 20,8 puntos en el Grand Prix de Japón. Este año fue de 5,1.