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Walter Cáceres, el simpatizante de Newell’s de 14 años, que fue baleado en la madrugada del jueves en un confuso episodio que la policía y la fiscalía vinculan con una feroz interna entre barrabravas del club rosarino, falleció ayer, pasadas las 18, debido a los tres disparos que recibió en la cabeza. Por su parte, la policía rosarina, que el día anterior había dado por muerto al chico “por error”, realizó ayer sin éxito cinco allanamientos para intentar dar con los autores de los disparos.

Cáceres fue la única víctima fatal del ataque que sufrió uno de los micros que transportaba de regreso a los barrabravas de Newell’s del partido ante Huracán. A unos 500 metros del nuevo Casino de Rosario, zona con custodia policial las 24 horas pero, según los testigos, liberada a la hora del ataque, el micro se detuvo por la pinchadura de dos de sus neumáticos. Otro micro acudió a auxiliar al averiado y, cuando los pasajeros comenzaron a hacer el trasbordo, sufrieron una balacera con ráfagas de ametralladoras provenientes de unos patizales a la vera del camino.

La fiscal que está al frente de la causa, Ana Rabin, reconoció ayer que “aún no hay detenciones”. Luego mencionó que una de las hipótesis que se manejan es la de “una emboscada” por problemas en la barra del club –la zona donde ocurrió el incidente es cercana al barrio Las Flores, donde vive Alberto “Pimpi” Camino, ex jefe de la barra brava durante la presidencia de Eduardo López–. Sin embargo, aclaró que tras los allanamientos no se lograron detenciones, ni se encontraron armas, “sólo unos casquillos en la casa de una mujer”. En medio de la confusión, la fiscal admitió otra posibilidad: “No podemos descartar el robo”.

Lo que no encontró la policía, sí lo hicieron vecinos de la zona, que recogieron varias decenas de casquillos. Con el correr de las horas ganó fuerza la versión de que la balacera, más que un ajuste de cuentas entre sectores de la barra brava leprosa, tendría su origen en el reparto de drogas en los barrios más pesados de Rosario.