Viernes, 26 de febrero de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Daniel Guiñazú
Después de una larga y desaconsejable inactividad que duró casi nueve meses, Omar Narváez volvió a trepar a un ring. En la medianoche de ayer, el invicto campeón de los moscas en la versión de la Organización Mundial de Boxeo enfrentó al campeón sudamericano de la categoría, el platense Santiago Acosta, en el gimnasio Socios Fundadores del club Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, Chubut. La pelea, a diez rounds, tuvo un desarrollo previsible y una decisión mucho más aún: Narváez dominó de campana a campana, apabulló a su rival en cantidad y calidad de golpes y terminó ganando ampliamente, por diferencias de 8 a 9 puntos en las tarjetas de los jurados.
No tiene demasiado sentido ahondar el análisis de un combate en el que las diferencias estaban tan marcadas de antemano. Narváez es un boxeador de clase mundial y Acosta, un empeñoso púgil de nivel nacional. De todas formas, y más allá de lo dispar de las fuerzas en combate, el pleito valió como puesta a punto de cara a compromisos más exigentes: el 10 o el 17 de abril, Narváez habrá de exponer su título por 17ª vez en el Luna Park ante el mexicano Jesús Jiménez, primer clasificado del ranking mosca de la OMB. Y estaba claro que no podía llegar a una defensa obligatoria con tan poco rodaje. Narváez hizo sólo dos apariciones en 2009 (sus defensas ante Rayonta Whitfield y Omar Soto) y necesitaba poner otra vez en funcionamiento su formidable máquina de pelea.
El chubutense acusó un peso de 53 kilos, dos kilos y medio por encima del límite de los moscas. Y ésa fue una señal de lo que planea para su futuro. La idea de Narváez es intentar este año, sí o sí, la unificación de su título con los otros campeones del mundo de la división. Pero si el tailandés Denkaosen Kaowichit (Asociación), el japonés Koki Kameda (Consejo) o el colombiano Carlos Tamara (Federación) rehusaran enfrentarlo, no descarta subir de categoría e ir en búsqueda de alguna de las versiones de la corona de los supermoscas. En esa categoría, se destacan el armenio Vic Darchinyan como triple campeón CMB, AMB y FIB, y el mexicano Jorge Arce como monarca de la OMB. Ante ellos y como visitante en los EE.UU. o en México, Narváez podría procurarse la gloria y los dólares que todavía ha alcanzado a conseguir tras siete años de largo reinado. A sus 34 años, no le sobra el tiempo como para seguirlo perdiendo con peleas de cabotaje.
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