En sólo 57 minutos, los que fueron del minuto 11 al 68, San Lorenzo convirtió más goles que en las siete primeras fechas del Clausura. Parece evidente que sus futbolistas, especialmente los delanteros, tenían claro que el futuro inmediato dependía de inflar la red en la mayor cantidad de oportunidades. Y lo lograron. Con dos goles del interminable Bernardo Romeo y otro de Sebastián González, la victoria no sólo oxigena la situación (tres puntos en la tabla que permiten superar a los alicaídos Boca y River para alcanzar a Racing), sino que le da un respiro al entrenador Diego Simeone, a quien lo alcanzaban los insidiosos rumores de una salida precipitada en caso de que el equipo no consiguiera un buen resultado contra Chacarita. Al equipo de San Martín, mientras tanto, no lo consuela ni siquiera el fantástico gol de Facundo Parra, uno de los mejores del torneo, que le dio el empate transitorio, porque la derrota lo hunde más en la zona de descenso directo.

Simeone apeló a Romeo, que no había sido titular en ninguno de los siete partidos anteriores, para abrirse camino al gol y también confió en la titularidad de Romagnoli para generar ilusiones. Una apuesta le rindió mucho más que la otra. Porque el goleador abrió el marcador antes del cuarto de hora, conectando de cabeza un centro de Bordagaray.

En el balance, durante el primer período San Lorenzo sólo produjo el gol y poco más, porque fue Chacarita el que mejor manejó la pelota y por eso no extrañó el empate de la visita, una chilena de Parra cambiando la pierna en el aire, tras centro de Zarif, con la pelota entrando en el ángulo superior derecho del arco de Migliore.

Simeone estaba obligado a sacudir a su equipo. Romagnoli no salió a jugar el complemento, Bordagaray se recostó sobre la izquierda y se hizo cargo del equipo, una tarea para la que contó, a partir del cuarto de hora, con el concurso del uruguayo Emiliano Alfaro, que ingresó por el inexpresivo Cristian González, para jugar por los costados, sin meterse tanto en el área.

Cinco minutos después, Alfaro ensayó una doble pared con Romeo, una jugada de orfebrería que el centrodelantero cerró con un remate esquinado que superó el esfuerzo de Cejas. Fueron dos minutos lapidarios: 120 segundos después, Sebastián González –el mismo que había ingresado por Romagnoli– recibió un pase exquisito de Bordagaray para vencer a un inerme Cejas. La faena estaba consumada, con tres goles, uno más que los dos que había convertido San Lorenzo en las siete primeras fechas (uno de Bordagaray en la primera contra Atlético Tucumán, otro de Alfaro en la sexta contra Tigre). Simeone paladeaba el grito de gol en la garganta. Había pasado la prueba.

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