Martes, 9 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › EL ANáLISIS DE LOS SISMóLOGOS
Por Adrián Pérez
“En una conferencia internacional de sismología que se realizó en octubre, en Lima, ya se hablaba de un déficit o laguna de sismos en la zona donde se produjo el terremoto –dice a Página/12 Patricia Alvarado, sismóloga y titular de la cátedra Física de la Tierra de la Universidad de San Juan–. Los sismólogos sabemos que cuando eso ocurre, es porque se está acumulando una cantidad de energía que puede liberarse de un momento a otro.” Si bien se esperaba un terremoto de magnitud en esa región, “no podía conocerse con exactitud ni cuándo ni cómo se produciría finalmente”.
“No estamos ante un terremoto más”, apunta Víctor Ramos, director del laboratorio de Tectónica Andina del Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Destaca, además, que su magnitud puede medirse “en la zona de ruptura de las réplicas que siguieron al sismo principal, a través de un segmento de casi 500 kilómetros de largo donde se registraron los mayores daños”. El geólogo estima que sismos como el de Chile pueden originar réplicas “por varios días o, incluso, semanas, con movimientos como los que se registraron en Mendoza, Neuquén o San Juan que, generalmente, disminuyen en intensidad con el paso del tiempo”. Alvarado piensa que el sismo de Chile confirma una recurrencia de entre 150 a 200 años para que se produzca “un terremoto similar de magnitud cercana a 9 en esa zona chilena de contacto entre la placa de Nazca y la Sudamericana, que, por su rapidez, moviéndose en dirección contraria entre sí a unos 80 milímetros por año, provocan una acumulación de energía importante”.
Sin embargo, advierte la investigadora del Conicet, hay que tener en cuenta que “los sismos peligrosos muchas veces no alcanzan los 6 o 7 grados en la escala de Richter, conocidos como de magnitudes moderadas” (San Juan, 1944; Kobe (Japón) 1995; Northridge (EE.UU.) 1994; L’Aquila, (Italia) 2009; o Haití, 2010). ¿Puede producirse un terremoto nuevamente en el país como el que afectó a San Juan en 1977?
“Por supuesto que sismos como el de Caucete pueden repetirse, pero tenemos que estar preparados, fundamentalmente, en el desarrollo de construcciones antisísmicas. Los desastres no los provoca la naturaleza.” Si bien Argentina no conoció temblores de 9 grados como el del ’60 en Valdivia o de 8,8 como el de la semana pasada, Ramos coincide con la sismóloga y estima que no hay que descartar que puedan producirse sismos en el país.
Carlos Costa es docente del Departamento de Geología de la Universidad Nacional de San Luis y dirige el proyecto “Principales Estructuras Neotectónicas de Argentina”, donde estudian fallas con potencial de generación sísmica en el territorio argentino. El principal aporte de la geología, arriesga el especialista, se encuentra en la identificación de fallas vinculadas con sismos durante el pasado prehistórico, que pueden ser fuente de terremotos futuros.
En Chile, donde la zona sismogeneradora se encuentra en la plataforma submarina, es necesario prevenir el problema con acciones de defensa civil y planificación territorial, “evitando la construcción de depósitos de hidrocarburos, oleoductos y gasoductos, centrales de generación de energía, hospitales y escuelas en zonas donde el comportamiento del suelo es desfavorable durante la ocurrencia de un terremoto”, diagnostica.
“En nuestro país, los antecedentes históricos más importantes del problema sísmico se concentraron en el centro-oeste”, destaca. Según Costa, si bien la región de las Sierras Pampeanas no representa una zona crítica en cuanto a la frecuencia de movimientos sísmicos destructivos, “hemos reconocido la presencia de fallas geológicas con evidencias de sismos antes de la llegada de los españoles, que ocasionaron la ruptura del terreno y que, sin duda, corresponden a episodios destructivos con magnitudes mayores de 7,0 en la escala de Mercalli”. Para el geólogo, es imprescindible aplicar las normas de edificación sismorresistentes emitidas por el Instituto Nacional de Prevención de Sismos de San Juan (Inpres). Por último, en sintonía con Alvarado y Ramos, afirma que los sismos “van a seguir ocurriendo, y que el problema está en determinar, en el corto plazo, cuándo y dónde se producirán”.
Las pérdidas de vidas se incrementan, no por el fenómeno natural en sí, sino “por la interacción del fenómeno natural con las construcciones vulnerables que levanta el hombre”, afirma Alejandro Giuliano, director del Instituto Nacional Prevención de Sismos de San Juan (Inpres). Es de vital importancia “erigir construcciones que no sean vulnerables a los movimientos sísmicos y que no colapsen ni total ni parcialmente”, agrega.
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