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¿DT o capitán?

 Por Miguel Rep

Al ver el gesto de Tevez, ayer, cuando le dieron la orden de ser cambiado por Verón, terminé de cerrar mi impresión: Maradona no es un director técnico. Es el capitán del equipo. La jeta de Tevez era de alguien que le recrimina a un amigo por qué lo saca del equipo. No le tiene miedo, es un amigo. Un compañero cuya decisión le molestó. No me saqués, quiero seguir brillando, mirá cómo estoy jugando, si me los estoy llevando por delante a los mexicanos, dale.

Maradona es un gran capitán. Juega con ellos, los motiva, es el número 12. No se extrañen de que en algún momento se saque y festeje un gol entrando corriendo a la cancha, si los alemanes nos lo permiten. Si bien Mascherano se merece la cinta en el brazo, Messi no: es Diego el verdadero 10 de la cancha que merece la capitanía. A Messi le falta carácter y le sobra 10.

Maradona motiva y motiva, a sus compañeros, a los que elige porque es el dueño de la pelota, la cancha y el mundo. Motiva a la hinchada, a los periodistas y a los camarógrafos. Pero me sigo preguntando si lee bien la cancha a ras de técnico. Sé que no es un buen momento para decirlo: Argentina es el equipo que hasta ahora obtuvo los mejores resultados. Ganó los cuatro partidos, es goleador, tiene al pichichi (ayer Vittek le hizo el favor a Higuaín de volverse para Eslovaquia y no molestar más en la lista de goleadores, los dos con cuatro), y sigue teniendo al mejor jugador, aunque están apareciendo de a poco Ozil, Müller, Robben y Kaká. Pero, encima, nuestra Selección tiene el plus del capitán de saco, corbata, dos relojes, cadenita, barba canosa y pelo sospechosamente oscuro.

Se sabe: un Mundial dura mucho, se escriben muchas pavadas, y ésta es una más.

A nadie le importa el debate si Maradona es buen técnico o no, lo que importan son los resultados. Si se pasa la dura prueba del sábado, quedan dos partidos más y muchas posibilidades de ganar la Copa. Y toda la gloria para el Gran Capitán, quien no solo logró eliminar a cuatro equipos, también lo hizo con Bilardo y de alguna manera con Grondona, a quien no se le da tanta pantalla (ayer, en el palco de FIFA estaba entre cuatro cuervos, oscuros, rapiñeros). Lástima que se abrace tanto con esos dos que sobran en la televisión pública, el muñequito gi-joe de los ademanes interminables y el violáceo barrial cuyo mayor mérito es reírse del exceso de tintura en su cabellera. Cada beso que les da renueva las pavadas contorsionistas del dúo que ensucia la hermosa pantalla de nuestro canal estatal.

En fin, ahí están los dos candidatos de ayer. Uno, Holanda, frío, certero. Brasil, como siempre, un equipazo de individualidades que se pasan la bola hasta cuando se la morfan. Vamos a ver hoy, España, si entra entre los ocho. Y ojalá se le dé a Paraguay. Sigamos bajo los dictados de la FIFA, que se debate entre el fútbol de reparto y el de ajuste.

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