Domingo, 24 de abril de 2011 | Hoy
DEPORTES › CON UNA JUGADA MAESTRA DE SU ENTRENADOR, DIO EL BATACAZO EN LINIERS
Vélez estaba en ventaja y su estadio era una fiesta. Pero el DT del equipo sureño notó el cansancio de los locales y se la jugó: sumó un delantero por un defensor para cambiarle el rumbo al encuentro, que terminó con una sorpresiva caída del líder por 3-2.
Por Daniel Guiñazú
Se cayó la estantería. Y con dos golpes justos y en apenas tres minutos, Quilmes lo bajó a Vélez en pleno estadio José Amalfitani. El equipo que se aferra al último hilo de esperanza que le queda para permanecer en Primera consiguió un 3-2 sorpresivo y sorprendente ante el equipo que llegaba como puntero y gran candidato al título. Una muestra más de que lo único continuo en el torneo Clausura es la discontinuidad. Y que cualquier vaticinio que se haga es una hoja que se lleva el viento. De todos modos, la derrota sólo dolió una rato en Liniers: la posterior caída de River ante Godoy Cruz siguió dejándolo a Vélez como único líder de un campeonato irregular e imprevisible.
Fue visible la merma física que el doble ajetreo entre la Copa y el Clausura va causándole al equipo que dirige Ricardo Gareca. Hubo un Vélez claro y dominante en el primer tiempo. Y otro Vélez, gastado y sin energías, en el segundo. Manejado por la zurda de Zapata y con chispazos de la calidad de Ricky Alvarez y Maxi Moralez, el primero movió la pelota de costado a costado con paciencia y elegancia y terminó ganando 1-0 con un cabezazo bombeado de Canteros a los 38 minutos. El segundo se cayó de cansancio, resignó el control del juego y acabó perdiendo un partido que no figuraba en su cálculos llegar a perder.
Además, desde el banco, Ricardo Caruso Lombardi fue rápido para leer la nueva realidad del segundo tiempo. Pasado el primer cuarto de hora, mandó a la cancha al delantero uruguayo Martín Cauteruccio y sacó a Leyes, el lateral derecho. Y esa variante fue el mensaje que Quilmes necesitaba para insistir con el ataque y poner en evidencia las flaquezas de Vélez, cada vez más pasivo y retrasado. Tanto que varias veces Maxi Moralez debió bajar más allá de la mitad de la cancha para montar una pelota que ya no sostenían sus compañeros en el medio.
A los 64 minutos, y a la salida de un corner, Caneo, con un zurdazo cruzado, anotó el 1-1. Quilmes, entonces, fue por más. Y el cuarto de hora final resultó una trituradora. Favale omitió cobrar un penal claro de Garnier a Silva y un remate de Alvarez pegó en el palo izquierdo del arco de Galíndez. O sea: aún carcomido por la fatiga acumulada, Vélez pudo haber ganado el partido. No lo hizo. Y en tres minutos el resultado se le escurrió de las manos.
En ese segmento fatal, Quilmes pasó al frente y Vélez se entregó. Pablo Vázquez, el reemplazante de Romeo, definió con maestría dos escapadas de Kalinski y Cauteruccio y colocó el 3-1 que a nadie se le habría ocurrido un rato antes. En el descuento, Vuletich, sustituto del apagado Juan Manuel Martínez, marcó el 3-2 que maquilló una derrota inesperada y ratificó una convicción: nadie es nada y cualquiera le gana a cualquiera en este desconcertante Clausura.
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