Viernes, 1 de febrero de 2013 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Diego Bonadeo
Entre otros escenarios, la autovía 2 que une Buenos Aires con Mar del Plata fue el epicentro de una de las más notorias obscenidades que entregó la periferia del juego en este sangriento y accidentado receso.
Habría que determinar y difundir qué autoridad nacional, provincial, municipal o de seguridad determinó que al primer partido entre River y Boca del verano podía concurrir la fracción que lidera el ex prófugo Rafael Di Zeo –entrevistado meses atrás y sin repreguntas por el anunciador de indultos y rasgador de vestiduras Fernando Niembro, en tiempos en que Di Zeo aparecía, además como amigovio de una mujer policía y por otra parte se besuqueaba con los supuestos servidores del orden que lo “custodiaban” durante su detención–, mientras que la barra que comanda el procesado Mauro Martin fue detenida en Dolores y enviada de regreso a la Capital.
En el mismo sentido, determinar y difundir las razones por las cuales se obró en sentido inverso para el partido entre Boca e Independiente y Di Zeo y adláteres fueron enviados de vuelta y los de Martin –no Martin, procesado, ni su lugarteniente prófugo– estuvieron en Mar del Plata.
Si no los conocen como aducen plañideramente dirigentes, políticos, fuerzas de seguridad, futbolistas y periodistas también cómo identificaron a unos y otros para decidir quiénes sí y quiénes no y en qué circunstancias. No los meten presos porque probablemente varios de los “plañideros” correrían la misma suerte.
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