“Al Dakar no lo ganan los que van más rápido, sino los que aplican la mejor estrategia; el Dakar es una ‘guerra’, hay que saber atacar y ‘huir’ cuando es necesario, y lo gana el que tiene la mejor estrategia.” Así definía el mendocino Lucio Alvarez al rally más difícil del mundo, antes de largar. Y la prueba le pasó factura al pie de la letra: ya en la primeras etapas, el domingo, el piloto de Ford perdió dos horas en el camino. “Se rompió la mariposa del acelerador y debimos cambiarla al costado de la ruta. Ya se había roto en los ensayos de Namibia y pensamos que se había resuelto el problema –contó Alvarez–. Es frustrante porque nos preparamos muy bien en la previa y eso nos dejó con pocas chances.” Ayer, Alvarez llegó a su ciudad, San Rafael, punto final de la segunda etapa del Dakar, en la novena posición, aunque sigue retrasado en la general. “Nos persigue la mala suerte, pero la seguiremos peleando.”

Al menos, Alvarez pudo arribar a su terruño. El sanjuanino Lino Sisterna no podrá hacerlo: se rompió el motor de su buggy el domingo por la tarde, mientras disputaba el especial en Córdoba; sacaron el impulsor, lo repararon en plena montaña y terminaron de armarlo recién ayer a las 4.30. Era demasiado tarde como para seguir en carrera.

El paraguayo Milcíades Fretes, a quien navega el argentino Sergio Rusconi, arribó con su camioneta GWM al campamento de Potrero de los Funes recién ayer a las 10.30, y una hora más tarde debió ponerse en marcha rumbo a las dunas del Nihuil...

El tucumano Domingo Miguel Angel Reginato no podrá olvidar fácilmente el miedo que sintió cuando al doblar en una curva, en Córdoba, su cuatriciclo se topó de bruces con un enorme perro. “¡Nunca vi un perro así! ¡Parecía una vaca!”, señaló el piloto de 60 años antes de relatar lo más increíble. “Le pegué de frente y el que salió despedido fui yo. Como consecuencia del impacto, el cuatri volcó y aterrizó sobre mi pierna izquierda. El dolor era tal que me llevó 10 minutos levantarme.”

Los médicos lo autorizaron a continuar pese a un posible esguince de tobillo. “Temí que me obligaran a abandonar, algo que no estaba dispuesto a hacer. Mis hijos compiten en coches y toda la familia espera con ansia la quinta etapa, que termina en Tucumán. Así que, aunque me duela, tendré que aguantar al menos hasta entonces.” Anoche, Reginato se esforzaba para tratar de alcanzar San Rafael.

Pese a las dificultades, el entusiasmo se mantiene. “El Dakar llegó para quedarse en esta región –opina Alvarez–; entre tantos beneficios resultó clave para que los argentinos nos fuéramos sumando y ganando más protagonismo y, desde ya, el eco que despierta en la gente es clave, aquí en la Argentina el Dakar está cerca de la gente.”