Diego Simeone, entrenador del Atlético Madrid, recibió una dura sanción de ocho partidos de suspensión por los incidentes que protagonizó en la Supercopa de España, aunque sólo cuatro deberá cumplirlos en la Liga. La Federación Española tomó la decisión después de evaluar el comportamiento del argentino, que protestó ostensiblemente una decisión arbitral, aplaudió irónicamente al juez, cacheteó dos veces a un árbitro asistente y permaneció en el campo tras ser expulsado. Además, el técnico fue sancionado con 600 euros y el Atlético Madrid deberá pagar 700 euros.

Simeone cumplirá cuatro de los partidos en la Liga y los otros cuatro quedarán para futuras ediciones de la Supercopa de España, según la normativa de la RFEF. Los hechos ocurrieron en el minuto 26 del encuentro jugado el viernes ante el Real Madrid, con victoria atlética por 1-0. Simeone protestó airadamente que el árbitro, David Fernández Borbalán, no dejara entrar en el campo a su jugador Juanfran, obligado a abandonarlo provisionalmente al tener sangre en su camiseta.

Simeone fue expulsado y después golpeó suavemente dos veces la cabeza de uno de los asistentes. Además, aplaudió con ironía la decisión del juez y después hizo caso omiso de la norma y permaneció en la tribuna en vez de marcharse al vestuario. La sanción tomó como punto de referencia la redacción del acta efectuada por el árbitro, quien expuso que Simeone “se dirigió al cuarto árbitro golpeándolo con la mano abierta en la cabeza en dos ocasiones”.

“Expulsé al entrenador del Atlético Madrid por protestar de forma ostensible con los brazos en alto, saliendo del área técnica en repetidas ocasiones, haciendo caso omiso a las instrucciones del cuarto árbitro, que en varias ocasiones le advertía que cesara en su actitud”, escribió Fernández Borbalán sobre la jugada. “Una vez expulsado, y antes de retirarse, aplaudió en varias ocasiones en señal de disconformidad por la decisión tomada”, continuó el acta.

Fernández Borbalán también reseñó que en el “minuto 58, a través del cuarto árbitro”, pudo “observar que el citado entrenador se situaba en la tribuna detrás del banco de su equipo (...) “Este entrenador permaneció en la misma ubicación haciendo caso omiso a nuestras indicaciones hasta el final del encuentro”, añadió el acta.

Consciente de la gravedad de sus hechos, Simeone pidió perdón por su acción tras el encuentro. “Cuando uno comete un error, las disculpas son buenas, porque uno acepta un error.” El domingo añadió en rueda de prensa: “Cuando uno se equivoca, es justo pagarlo”.

Simeone arrastraba una sanción de un partido desde la pasada temporada, cuando fue expulsado en el último encuentro de la Liga ante el Barcelona. Ese castigo lo cumplió ayer, en el partido ante el Rayo Vallecano. El entrenador argentino siguió el partido desde una cabina de prensa en el estadio de Vallecas.

Si no prospera el recurso del Atlético, no podrá sentarse en el banco en las cuatro próximas jornadas, en las que su equipo se enfrentará sucesivamente a Eibar, Real Madrid, Celta y Almería.

Las penas más recientes en el fútbol español nunca fueron tan duras como la recibida por Simeone. El año pasado, las sanciones a técnicos de la máxima categoría no pasaron de los cuatro partidos, como sucedió con el mexicano Javier Aguirre, que entrenaba al Espanyol, por su expulsión frente a Osasuna. “En el minuto 63 Javier Aguirre fue expulsado por el siguiente motivo: dirigirse a mí, de pie en su área técnica a voz en grito, en los siguientes términos: ‘Eso es amarilla, hijo de puta’”, escribió entonces el árbitro Ignacio Iglesias Villanueva.

Germán Burgos, el asistente de Simeone, sufrió una suspensión de tres partidos en marzo, tras su expulsión en un partido contra el Real Madrid por “protestar a voces y con los brazos en alto de forma ostensible y reiterada” una decisión del árbitro.