El festejo de los mercaderes de resultados porque Palmeiras le ganó a Rosario Central el jueves último, pese al brillante segundo tiempo del perdedor, tiene sintonía con algunos como un ex relator que decía aburrirse con el fútbol de Barcelona cuando Guardiola era el entrenador.

Ya venía insinuándose, desde el segundo semestre de 2015, este equipo rosarino como uno de los posibles abanderados de lo que sabemos todos –aunque los mezquinos lo disimulen, lo oculten o lo nieguen– el fútbol debe ser. Por supuesto que desde el juego.

Solamente la impredictibilidad de este deporte impidió que Palmeiras terminada goleado como local, en vez de haber ganado 2 a 0, con un segundo gol sobre el final con los rosarinos jugados –como debe ser–, en un planteo ofensivo de a ratos brillante.

Para quienes manejan todo desde las mezquindades quizás el 0 a 1 era eso que los simplistas llaman “un buen resultado” para Central. Pero afortunadamente para quienes disfrutamos del juego, no fue esa la consigna de los visitantes con su planteo desfachatadamente ofensivo.

Por suerte parece que, pese a la conjura de los necios, no todo está perdido y hay aires que todavía se pueden respirar. Aunque Central no haya jugado en el mismo nivel contra Banfield en el torneo local, el domingo por la tarde.