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Cada uno tuvo un tiempo a su favor que no supo cómo aprovechar. Independiente y San Lorenzo protagonizaron un atractivo empate, ayer por la noche en Avellaneda, y aunque el resultado los aleja de la lucha por el título, ambos equipos tuvieron buenas intenciones y ratificaron que tienen con qué iniciar el camino de una recuperación futbolística.
De entrada, Independiente apostó a la movilidad de sus volantes para presionar a San Lorenzo y tratar de arrinconarlo en su campo. Con más ansiedad que buen juego, los dirigidos por Pastoriza tomaron la iniciativa del partido. Sin embargo, sus delanteros, Maximiliano Ayala y Jairo Castillo, no podían concretar las situaciones de gol que el equipo de Avellaneda generaba. San Lorenzo, en cambio, apostó al orden colectivo con el propósito de aprovechar los espacios que dejaba Independiente con sus arremetidas. A los veinticuatro minutos, a partir de una jugada de pelota parada, el conjunto de Gorosito se puso en ventaja con un gol de Astudillo. San Lorenzo daba así muestras de su efectividad. Pero Independiente siguió buscando. Ayala, tras una asistencia de Castillo, estableció el empate y quebró una racha de 19 partidos sin que un delantero del conjunto rojo señalara goles. Al cabo de los primeros cuarenta y cinco quedó claro que los locales debieron irse en ventaja.
En la segunda mitad, Independiente sufrió la temprana expulsión de Dudar y San Lorenzo aprovechó la ventaja numérica para ejercer el dominio del partido. Los visitantes llegaban peligrosamente al arco de Navarro Montoya y tenían acorralado a un rival que no podía generar juego para romper el asedio. Ahora, era Independiente el que se retrasaba para contragolpear. Pero la presión continuaba y parecía que el equipo de Boedo podía desnivelar en cualquier momento. Sobre el final, tras una buena acción de Romagnoli, Montillo pudo anotar el tanto de la victoria, pero Navarro Montoya salvó a su equipo una vez más. Independiente manejó el primer tiempo y San Lorenzo el segundo, por eso la igualdad pareció lo más justo, aunque a ninguno de los dos el punto lo conformó.