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Montoya se despistó en el Autódromo al confundir la Argentina con Brasil

El colombiano estuvo en Buenos Aires para promocionar una nueva nafta, se equivocó, pidió disculpas y luego relativizó la cuota de responsabilidad de Michael Schumacher en los éxitos de Ferrari.

 Por Pablo Vignone

Siempre desafiante, descendió de un helicóptero en la fría mañana del autódromo porteño vestido apenas con una camisa de mangas cortas, para saludar a la tribuna que lo aplaudía envuelta en sobretodos y tapados. No abandonó la actitud desafiante ni siquiera después de la incomprensible gaffe para un latinoamericano, cuando confundió a la Argentina con el Brasil, y continuó acelerando a fondo para relativizar los pergaminos de su archienemigo Michael Schumacher. Juan Pablo Montoya, el piloto que Frank Williams eligió para destronar al alemán, y que se irá de su escudería sin haber cumplido la premisa, pasó por Buenos Aires para participar de la presentación de la nafta premium de Petrobras y, a pesar de algún despiste, no tuvo problemas para chocar dialécticamente con un ausente Schumacher.
Después de algunas vueltas de ensayo a bordo de un BMW en el desolado asfalto del coliseo porteño de la velocidad, como para cumplir con la tarea promocional a la que lo obliga, como con otras, el contrato de casi 6 millones de dólares que lo une este año a la Williams, Montoya se relajó y cometió el único trompo de la jornada.
–Estuve pasando tres días muy buenos en Brasil –arrancó el colombiano antes de ser sepultado por una rechifla–. Perdón, es que estoy acá con todos los brasileños –reaccionó, señalando a los directivos de la petrolera multinacional que lo acompañaban.
El despiste no le hizo perder concentración a la hora de hablar de la Fórmula 1, el tema excluyente de la reunión. “No creo que Ferrari sea el mejor equipo porque esté Michael Schumacher –opinó el colombiano con los tapones de punta–. Con él llegaron (el ingeniero) Ross Brawn, (el diseñador) Rory Byrne, mucha gente talentosa. Nadie niega las condiciones de conductor que tiene, pero las victorias son del equipo en su conjunto. Lo importante es Ferrari y cualquier otro piloto podría ganar con ese equipo.”
Montoya fue más allá, sugiriendo que el equipo italiano perjudica al coequiper de Schumacher, el brasileño Rubens Barrichello, con las estrategias que elige para uno y otro en las carreras. “Siempre mandan a Michael con estrategias de tres paradas y a Rubens con dos, y cuando vuelve a la pista con todo el tráfico, está 30 o 40 segundos detrás de Schumacher.”
El piloto de la Williams, que en 2005 estará corriendo en McLaren, afirmó que el problema que aqueja a su máquina, y que le impide disputar el título 2004, es que “nuestro coche no es lo suficientemente veloz. Cuando arrancamos la temporada éramos competitivos y en Malasia estuvimos muy cerca de ganar, pero desde esa carrera el coche no tiene nada nuevo -sentenció, sin temor a retos–. Yo estoy haciendo un buen trabajo, Williams y (su socio) Patrick Head dicen que estoy manejando mejor que la temporada pasada. Allí gané dos carreras, luché por el título”.
“Pero no podemos mejorar el coche –continuó– porque estamos probando los límites para extraerle más rendimiento, y allí aparecen nuevos problemas que no podemos solucionar. Básicamente, el Williams es muy nervioso, al cambio de dirección responde primero la cola que la trompa, y por lo tanto es difícil de manejar.”
Montoya fue muy gráfico para definir la ventaja adicional de la que dispone Ferrari en el área de los neumáticos. “Los que usamos nosotros son iguales de rápidos y muy parecidos en el primera vuelta que los de ellos. Pero, por ejemplo, en un circuito de 1m18s para la vuelta, nosotros hacemos 1m18s, 1m19s, 1m19s5 y la goma se estabiliza en 1m20s. En cambio, Ferrari hace 1m18s, 1m19s, y vuelve a bajar a 1m18s. Entonces, en la clasificación estamos a una décima o dos de ellos, pero en la décima vuelta del Grand Prix ya quedamos 15 segundos atrás”, puntualiza con claridad. En esta pista no se equivoca: su rival siempre es Ferrari, nunca Schumacher... Acaso se las vio difíciles para explicarle a un periodista brasileño los elogios que le dispensó al producto que vino a promocionar después de haber andado menos de 10 kilómetros con él (“lo que pasa es que en Europa nos dejan autos así pero con nafta común), pero no perdió el aplomo, ni el pie de plomo, ni siquiera para insistir en que “ahora la Fórmula 1 parece aburrida porque es todo Ferrari. Parece que nunca van a perder, pero en el momento menos esperado viene otro y gana”.

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Juan Pablo Montoya explicó con sus manos el incidente que tuvo en Mónaco con Michael Schumacher.
 
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